jueves, 10 de abril de 2008

LAICISMO Y RELIGION

Está claro que la opción religiosa es un derecho inalienable de cada individuo, por lo tanto, Dios, Alá, Yaveh, Shiva y Vishnú, incluso Ra, Isis y Osiris, están presentes en los individuos de diferentes sociedades, y a esos individuos se les ha enseñado desde la infancia acerca de ellos y por ende, se les inculca en lo que “deben creer”. Cuál es cierta y cuál es falsa, no es objeto de esta disertación. Lo que si es cierto es que todos esos individuos conforman una sociedad religiosamente heterogénea, que no puede ser gobernada monárquicamente por preceptos religiosos específicos, tomados como única verdad, excluyendo las otras creencias espirituales, puesto que estamos hablando de gobernar individuos y no almas, sociedades compuestas por personas de diferentes credos y creencias filosóficas.

La historia nos ha demostrado que un estado que basa sus decisiones en los preceptos religiosos pierde objetividad y puede llegar al estado dictatorial, perdiendo lo que se ha ganado, la democracia y la tolerancia. El estado teocrático vertebró la sociedad antigua, pero en un momento dado, se abrió la participación del individuo que no pertenecía a ningún orden clerical, en las decisiones estatales, en esto los griegos fueron los primeros en abrir este debate, el cual terminó en la democratización del estado y se produce entonces el paso de la sociedad teocéntrica, que pregunta a lo otro para saber cómo es ella, a la sociedad democrática, que se pregunta a sí misma. Son los hombres los que se dan sentido a sí mismos y por ende la sociedad democrática recibe su sentido de sí misma.

Esta idea se desarrolla en occidente, luego de un largo periodo de oscurantismo intelectual, creado por la iglesia católica para conservar el poder absoluto sobre los reinos espiritual y terrenal, ellos tenían y manejaban la información y podían transmitir lo que para ellos era la verdad. Luego de este periodo y cuando la burguesía aprende a leer y le es posible adentrarse en el conocimiento a través de los libros, logra pensar y discernir sobre los temas que tenía como absolutos y llegar a nuevas conclusiones sobre las cuestiones de la vida, la ética, la moral, el estado y la religión. Es en esta época de renacimiento, cuando la religión cristiana católica diferencia abiertamente a los individuos laicos, como los no religiosos y de ideas peligrosas, para ellos y su poder; y los grandes pensadores empiezan a tener influencia sobre el pensamiento de la sociedad naciente en conceptos de libertad, fraternidad, igualdad y democracia, lo que permite que el individuo sea el objeto del estado y a su vez el estado el centro del individuo. La racionalidad que aporta el laicismo naciente tiene la capacidad de generar esperanza. Ésta, según Ignasi Boada, está relacionada con “la búsqueda de la paz universal frente a la violencia; la búsqueda de la verdad frente a la superstición y la búsqueda de la libertad y la responsabilidad individual”.
En el momento en que la religión deja de ser el centro de la sociedad se convierte en la vía de búsqueda de sentido de los individuos. La sociedad da cierto sentido, pero somos mortales y, por eso también necesitamos la religión. La religión va a seguir teniendo un tema importante en el individuo porque existe la mortalidad y le dará la respuesta a esta necesidad espiritual del ser humano. La religión es una de las mayores transmisoras de sentido que ayudan a las personas a vivir con su apocalipsis. Cada cual debe negociar su vida en ese asunto. La religión es un derecho de buscar sentido a la vida. Esto está en la base de la tolerancia democrática, que era tolerancia religiosa antes que política. Voltaire, asombrado por la tolerancia religiosa de los ingleses, decía: "Los ingleses van al cielo y al infierno cada cual por el camino que quiere". Para el francés Maurice Halimi, “la espiritualidad debe tener un lugar en la sociedad moderna, porque si no creemos que Dios tiene un proyecto en la tierra, no somos ni cristianos, ni judíos, ni musulmanes”. “Todas las culturas son iguales. No hay unas mejores que otras”.
La sociedad democrática no puede ser teocéntrica porque son términos contradictorios. Cuando la religión deja de ser el centro de la vida social es posible la sociedad democrática. La religión no tiene que desaparecer, simplemente debe dejar de ser el centro para que pueda existir la sociedad democrática, permitiendo quedar relegada al plano de lo privado de cada individuo y su familia, pasa a ser un derecho de cada uno.
Para que la religión sea vista como un derecho no solo es necesario la tolerancia del poder, sino también que el individuo renuncie a la religión como centro de la sociedad. La diferencia entre un fanático y un religioso, es que para el fanático la religión no es un derecho sino un deber para él y para todos los demás. Y además él considera que tiene el deber de hacer que los demás cumplan ese deber. La religión tiene derecho a decir que es pecado pero no a decir que es delito. La Iglesia católica en España refiere una persecución por el movimiento laico, pero no puede considerar persecución si el Estado le da simplemente el mismo trato que al resto de organizaciones religiosas.
La sociedad y el estado que la representa deben ser tolerantes en el aspecto religioso, por lo que no sería constitucional tener una religión oficial del estado, ni tener concordatos con alguna de las iglesias presentes en el territorio colombiano, pues esto obligaría a muchos individuos a ser educados en las escuelas en una religión que no profesan o a ser rechazados por algunas instituciones educativas por no pertenecer a la comunidad religiosa “oficial”. El estado debe procurar una educación sobre contenidos verificables y valores aceptados para que cada cual sea libre de elegir su propia religión. El laicismo no es capaz de generar una paz perpetua pero sí ha permitido una cierta capacidad de tolerancia. Será, pues, una tarea ardua aprovechar las instancias de la tolerancia para propiciar el equilibrio que la sociedad colombiana actual requiere.

EDUCACION LAICA

En las últimas dos décadas ha sido notable el cambio que se plantó en la educación, según la constitución de 1991; las personas que ya son adultas jóvenes y que se han formado bajo un criterio de librepensamiento, son las que están terminando su educación básica con los principios de de libertad y tolerancia, en la mayoría de los casos de educación pública y algunos en la privada.

Estos jóvenes de transición, han mostrado mayor tolerancia que sus padres y tutores a muchos de los cambios que se están presentando en la actualidad, con criterios más abiertos y liberales, respetando a sus congéneres, conviviendo con personas de diferentes credos, razas, filiaciones políticas y preferencias sexuales, demostrando que lo importante es la razón y el pensamiento, quitando de en medio los prejuicios que existían.

Esto ha demostrado una disminución del poder de la religión sobre el pensamiento humano, quienes están encontrando respuestas a muchas preguntas por fuera de las instituciones clericales, disminuyendo así la influencia limitante antigua.

Sin embargo, quienes están manejando las políticas actuales del gobierno en cuanto a la educación se refiere, son aquellas personas que fueron formadas con el régimen antiguo, conservador y absolutista impuesto por los acuerdos entre los patriarcas de la iglesia y los gobiernos anteriores. Son ellos quienes presentan vacíos en su formación, comparativamente con los jóvenes actuales y quieren llenarles ese espacio con las respuestas que tenían, sin hacer un esfuerzo adicional para evolucionar su pensamiento y ponerlo acorde con la libertad de pensamiento que persigue desde hace mucho tiempo la humanidad.

Dentro de ese grupo de personas, afortunadamente, existen quienes están haciendo el cambio y defienden los principios humanos y su derecho a la libertad, permitiendo que la educación religiosa se mantenga en el carácter privado y alejando esto de la formación educativa general, evitando que se imponga la religión como cátedra obligatoria en la educación moderna, como lo lideran grupos como el Opus Dei. En sus colegios privados pueden hacer los ajustes que deseen, pero por favor, no se debe permitir su influencia alienante y oscura en la educación pública.

Sin lugar a dudas, es la educación de los niños y adolescentes la que determinará la coherencia de los futuros adultos y por tanto de la sociedad futura. Por eso, por el bien de la sociedad santandereana y colombiana, reivindicaremos una escuela que forme de verdad, y no adoctrine, que defienda los valores científicos y democráticos, con principios de libertad y tolerancia que luche contra la discriminación y la exclusión; es decir: vamos a formar una escuela laica.

HACIA UNA ESPIRITUALIDAD SIN DOGMAS

Alvaro Alvarez Rivera
La semana que pasó estuve reunido con mis padres, miembros de la Asociación Racionalista del Paraguay (APRA), y conversamos sobre la limitación que producen los dogmas en el discernimiento del ser humano. Considero que el dogma y el pensamiento son dos caminos distintos, pero ambos se producen en la mente. El dogma, de cualquier tipo, religioso, político, social, es un sendero cerrado determinado absolutamente por la fe, es decir, creer sin ver, sin tener la capacidad de justificación o realización. Así, en el campo religioso un cristiano es o no es cristiano, no se puede concebir un medio cristiano. El dogma es absoluto o no es. En cambio es pensamiento, nuestra capacidad de discernir, es diferente.
Los librepensadores consideramos que el pensamiento es la cualidad más importante que tiene el hombre para progresar en todos los ámbitos de su vida. De esta forma, el razonamiento es un camino abierto, plural, deliberativo y por tanto adogmático. Sin embargo, a pesar de esta capacidad humana, cuando el hombre está sometido al miedo, no puede ser íntimamente libre ni generoso con los demás. Cuando tiene miedo, está totalmente privado de libertad y cerrado a los otros. Aquí se inicia el camino al sometimiento religioso. Los grandes maestros griegos, tanto de la tradición estoica como epicúrea, que son las dos grandes tradiciones griegas, decían a sus discípulos: "Mientras tengas miedo de la muerte, no podrás vivir una buena vida".
La filosofía, según el filósofo francés, autor de Aprender a vivir (Taurus), Luc Ferry, nació de ese miedo a la muerte, que con frecuencia no es solo miedo a la propia muerte sino también a la muerte de los seres queridos. Desde este punto de vista, las grandes filosofías, como El Espiritismo Kardeciano, o la Masonería, son una opción frente a las religiones. En su obra, el ex ministro de Educación del gobierno de Chirac, demuestra que las filosofías son también doctrinas de salvación. Doctrinas de salvación laicas, sin dioses, pero capaces de liberar al ser humano de los miedos que lo acosan. Con este enfoque, la cualidad principal de la filosofía es enseñar al hombre a superar los miedos que le impiden vivir bien y desarrollar una espiritualidad laica. Ayudar al hombre a vivir mejor, más libre, despojado de vanos temores, cargando en el espíritu solo unas pocas verdades razonablemente adquiridas.
El desafío está en llevar la filosofía laica al terreno de la vida cotidiana. "Aprender a vivir, a dejar de temer en vano los diversos rostros de la muerte o, simplemente, aprender a superar la banalidad de la vida cotidiana, las preocupaciones y el tiempo que pasa, éste fue el primer objetivo de las escuelas de la Antigüedad griega. Merece la pena escuchar su mensaje, porque las filosofías del pasado nos siguen hablando", escribe Ferry. Paso a paso el pensamiento modelará la existencia y estoy convencido que se puede aprender a vivir sin una doctrina religiosa desarrollando una sabiduría a medida.
Hay en nuestras vidas cosas que pasan para siempre: un divorcio, una mudanza, la pérdida de un empleo, la disputa con un amigo. Durante la vida hay experiencias de pequeñas muertes que nos hacen palpar lo irreversible del tiempo que pasa. Es algo muy angustiante. Una fórmula estoica para perder el miedo dice: "Sabio es aquel que lamenta un poco menos, que espera un poco menos y que ama un poco más". Nietzche retomará esta idea y la llamará "la inocencia del devenir". En pocas palabras, el sabio consigue reconciliarse con la vida cuando deja de relativizar el presente con los recuerdos del pasado o con las expectativas del porvenir.
En la angustia del ser humano es donde nace la idea de algún Dios, éstos suelen ser una excelente respuesta a la incertidumbre del hombre, un Dios que sea capaz de sacarlo de la situación en que se encuentra y conducirlo a un estadio de felicidad. Desde la antigüedad y aun en la actualidad no pocos seres humanos someten su vida al designio divino, esperando que ese dogma solucione su problema existencial. Este tipo de ser humano ignora que, como decía José Ingenieros (1877-1925), el hombre es el arquitecto de su propio destino y es su deber conocerse a sí mismo, deber que desde la antigüedad estaba escrito en la entrada del Oráculo de Delfos.
Ante el avance del pensamiento crítico, las bases del pensamiento religioso fueron fragilizadas por la presión del pensamiento racional. El espíritu crítico que nace con la democracia, con la Revolución Francesa, se basa en la idea de que es preciso cuestionar las tradiciones. Ese es el gesto de Descartes, de la Revolución Francesa y de todo el pensamiento moderno. Pero, según explica Luc Ferry en una nota publicada el sábado pasado en la revista de cultura del diario La Nación de Argentina, hay otra razón mucho más profunda. "La historia de Europa, de los Estados Unidos y de América Latina fue marcada por lo que Thomas Weber llamó "el desencanto del hombre" (el alejamiento de dios), no solo por el desarrollo del espíritu crítico, sino por una consecuencia inesperada de la aparición del capitalismo en los siglos XVIII y XIX.
Esta evolución, al alejarnos de la idea dogmática de Dios y dejar de ser creyentes en tal o cual religión, no significa que las cuestiones de espiritualidad no nos interesen. No hay que confundir moral o religión con espiritualidad. La Religión ya la tenemos ampliamente definida en nuestros trabajos anteriores, La moral es el respeto del otro, moral quiere decir derechos humanos. Cualquiera sea la moral que uno escoja, todas se basan en el respeto y la honestidad. Pero aunque seamos practicantes de una moral perfecta, respetuosos y honestos, igual seguiremos siendo humanos con sus consabidas consecuencias de la muerte de sus seres queridos, la vejez, tener un hijo enfermo. El duelo, el sufrimiento, la enfermedad, la vejez, la separación son consecuencias que dependen de la espiritualidad.
Para Luc Ferry los tres grandes ejes de reflexión en torno al desarrollo de una espiritualidad laica y moderna (teoría, moral y doctrina de la salvación) se plantean en términos completamente inéditos. En el terreno teórico, la cuestión de fondo es la integración del campo histórico. Para comprender el presente, es necesario darse una vuelta por las experiencias del pasado. La teoría filosófica actual, asegura, debería organizarse un poco sobre el principio del psicoanálisis: comprender el pasado como medio de entender el presente. En el plano ético, la moral contemporánea está representada por la universalización del sentimiento humanitario. La globalización de lo humanitario ha hecho estallar el marco tradicionalmente nacional de los derechos humanos. En el terreno espiritual, el problema al que estamos enfrentados en la actualidad es la cuestión de la muerte, en todas sus formas, concluye.
El hombre tiene la potencialidad de ser mejor, de construirse en todos sus ámbitos, pero no de impedir su muerte. Ante esta situación, el ser humano debería concentrarse en concretar en la Tierra el máximo desarrollo moral, intelectual y espiritual, condición para que pueda alcanzar la felicidad en una humanidad fraternalmente organizada.
Particularmente la construcción de una espiritualidad laica surge de la reflexión de nuestra finitud en la Tierra, de la incapacidad a lograr la inmortalidad tal como conocemos la vida, y de colocar al ser humano como centro del universo, pues al final todo está contenido en la naturaleza y por el momento nuestra ciencia no ha probado que existe o no existe vida fuera de ella. Así el hombre encuentra su estado divino, al formar parte de su universo conocido ya no necesita intermediación alguna para ser uno con él.
La espiritualidad no necesita del Papismo ni de toda su jerarquía para fortalecerse. Ellos constituyen la negación de la libertad en todas sus formas, son un sistema que pretende gobernar al ser humano por medio del espíritu, bajo un manto absolutista, el más contrario a la integridad espiritual y material del hombre.
Si el concepto de laicidad resulta incomprensible en el mundo anglosajón, tiene en cambio su traducción exacta en italiano, español y portugués. Ello se explica por la identidad religiosa de los países latinos, regidos durante largo tiempo por la religión católica, que aún ejerce una influencia cierta, y se vieron en la necesidad de tomar medidas conducentes a su emancipación.
La laicidad tiene dos acepciones esenciales: una social y otra filosófica. Pero posee también una dimensión espiritual.
Hija de las Luces, la idea laica, en germen durante los siglos XVI y XVII, se desarrolló durante el siglo XVII. Bajo la influencia de los masones de aquella época, se insertó el principio de la libertad de conciencia en el texto de la Constitución de los Estados Unidos, en 1787, antes de que fuera proclamado por la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, promulgara en Francia en 1789, de convertirse más tarde en universal. En ese sentido, el Concordato con Napoleón de 1806, limitó ya el poder de la Iglesia. En función de la intensidad de las fuerzas adversas, la laicidad ha tenido que ser, según los casos, combativa, incluso agresiva, defensiva o simplemente militante. Su edad de oro fue la III República Francesa. El hermano Jules Ferry, padre de Luc, hizo aprobar en 1882 la ley que establecía la gratuidad, la obligatoriedad y la laicidad de la instrucción pública.
La laicidad se ha convertido en una consigna que no puede comprenderse sino por oposición al clericalismo triunfante del siglo XIX, cuando la Iglesia trataba de dirigir los estados y de imponer directrices políticas cristianas. Para la mayoría republicana de comienzos del siglo XX, que contemplaba en Francia la separación de las Iglesias y del Estado mediante la ley de 9 de diciembre de 1905, no se trataba de ningún deseo de aplastar a las religiones, sino de limitar el poder de la Iglesia Católica, aliada de los monárquicos. La Ley de 1905 es explícita: "La República no reconoce (...) ningún culto (en particular)" (Art. 2). En lo sucesivo, no habría en Francia ninguna Iglesia con privilegios jurídicos y todas la Iglesias (presentes o futuras) son legales.
La laicidad es una facultad de carácter al mismo tiempo que una virtud moral y cívica, por ser nobles las cualidades de modestia, de sinceridad y de inteligencia que requiere. Siendo un principio moral, la laicidad es tolerancia y el respeto a los demás. Como signo de equilibrio interior, implica autonomía del pensamiento, sin recurrir a verdades tenidas por irrefutables e inverificables, como las que ofrecen las religiones. Se trata de una búsqueda leal y prudente de la verdad personal, al mismo tiempo que un esfuerzo sincero por reconocer en todo hombre una parte de la verdad, aunque sea un adversario. ¿No será, entonces, la laicidad uno de los aspectos del derecho a la diferencia, no limitado al color de la piel? Puesto que es una ética que respeta al hombre íntegramente, no puede dejar de respetar su ser interior en lo que tiene de más íntimo y, por ello no prohíbe ni la fe ni la oración. Más aún, no puede sino enriquecer, al tratar de comprender otras formas de pensamiento.
Por lo que respecta a la Religiosidad, ésta tiene también sus contrapartidas, como la consistente en negar la ciencia y tomar partido por lo irracional, confundiendo lo espiritual con lo irracional. Reconocer la existencia del Misterio es una cosa; pero pretendiendo alzar el velo que lo cubre se corre el riesgo de hundirse en lo sobrenatural, en la afición a adivinar, a los oráculos y a las demostraciones a posteriori, en cuantos casos el orgullo de unos pueda explotar la credulidad y la angustia de otros.
El término "espiritualidad" ha sido desvirtuado y conserva una connotación religiosa, cuando, en realidad, no implica necesariamente adhesión a una religión, ni la impide.
La espiritualidad no es una escapatoria de la realidad, sino que emana de la búsqueda de lo que puede estar tras lo aparente, de una busca de la verdad, de una aspiración a lo absoluto. Consiste en una vinculación con los valores que tienden hacia lo infinito, lo sagrado; es la vida interior, la marcha personal hacia lo bello, lo bueno, lo verdadero.
Cuando hablamos de espiritualidad laica, quiero aclarar que no nos involucramos en el nivel de las creencias. Espiritualidad laica quiere decir espiritualidad libre, ¿Y en qué consiste? La fortaleza en el desarrollo de una espiritualidad sin dogmas viene de la valoración del amor y la compasión. El amor y la compasión, por ejemplo, no tienen por qué estar relacionados con una religión. La idea es que podamos vivir en armonía y convivir sin problemas. La cuestión fundamental es la construcción de una sabiduría del amor. Entender la vida como una eterna construcción.
La ternura, el cariño, el afecto manifiesto en el tono de voz, en la mirada, en la caricia es el caldo de cultivo imprescindible para que se abran los corazones a la construcción de la vida. En nuestra educación muchas veces nos han enseñado a reprimir las emociones y los sentimientos verdaderos, y hay que desaprender, liberar el movimiento y el corazón, recuperar la sencillez y frescura para disfrutar un buen abrazo, y permitirse una caricia. El darla o solicitarla. El conocimiento de sí mismo es realmente ser espiritual. Conocerse, querer y quererse deben darse juntos para permitir una crecimiento en libertad y lograr una espiritualidad laica.

LAICISMO

El laicismo ha existido desde que fue acuñado este término por el clero desde el siglo primero por Clemente Romano, para referirse a las personas tanto hombres como mujeres, que no tenían órdenes clericales pero eran parte de la iglesia। Sin embargo, en la edad media fueron relegados a niveles inferiores puesto que eran calificados como iletrados e idiotas por el clero, ya que el conocimiento de la lectura y escritura estaba relegado solo a las personas que pertenecían a alguna orden religiosa y algunos nobles de altas jerarquías y adicionalmente, las mujeres no eran consideradas seres humanos sino fuente del pecado। Eran pues, los religiosos, quienes tenían la información y quienes la manejaban a su antojo para mantener el rebaño en control absoluto, incluso los poderes temporales del estado se subordinaban al poder absoluto que ejercía la iglesia católica en cabeza del papa y sus obispos. Esto afortunadamente fue cambiando, ya que el vulgo se fue instruyendo en las artes y ciencias, aprendiendo a leer y a escribir, fueron copiados libros y masificados por la imprenta, incluso aquellos prohibidos por el clero romano, permitiendo el surgimiento de una nueva clase de laicos, aquellos que se cuestionaban todo y querían encontrar la verdad a través del conocimiento, apareciendo diferentes corrientes y estilos artísticos en pintura, escultura y escritura, por medio de los cuales se podían comunicar corrientes filosóficas de pensamiento diferentes para la época y liberándose del yugo eclesiástico, a partir de las ideas griegas que lograron terminar el estado teocrático en una democracia en donde la sociedad se pregunta a si misma para darse su propio sentido. Esto se hizo mas patente cuando Felipe IV de Francia separó su estado de la influencia papal, afirmando que “en asuntos terrenales no estamos sujetos a nadie”, lo que condujo finalmente a la laicización del poder civil.

Este proceso, iniciado en los siglos XIII y XIV, se fue intensificando progresivamente con una separación de la iglesia católica hasta lograr una autonomía e independencia de las realidades humanas; que se vigorizó con la presencia de personajes como Copérnico, Galileo, Nicolás de Cusa, incluso Maquiavelo. Todo este esfuerzo de la sociedad burguesa y de algunos nobles que comprendían el tema permitieron al hombre común a conocerse a sí mismo, como un ser que se puede perfeccionar a través del estudio, la inteligencia y el conocimiento, lo que se convierte en el fundamento de la doctrina laica. Los grandes pensadores empiezan a tener influencia sobre el pensamiento de la sociedad naciente en conceptos de libertad, fraternidad, igualdad y democracia, lo que permite que el individuo sea el objeto del estado y a su vez el estado el centro del individuo. La racionalidad que aporta el laicismo naciente tiene la capacidad de generar esperanza. Ésta, según Ignasi Boada, está relacionada con “la búsqueda de la paz universal frente a la violencia; la búsqueda de la verdad frente a la superstición y la búsqueda de la libertad y la responsabilidad individual”.

En Colombia este proceso de laicización se inicia durante el fenómeno de Independencia, con la traducción de los derechos del hombre y la proliferación de su lectura entre la sociedad joven de este país, la mayoría letrados y científicos educados en Europa, especialmente en Francia, quienes se cuestionan sobre la autoridad ejercida por el Rey y la iglesia. Sin embargo, luego de haberse logrado la independencia completa, solo el Estado Soberano de Santander logra realizar una constitución eminentemente laica; durante su creación, se logra realizar una separación completa del poder temporal del estado de la influencia de la iglesia católica; religión no predominante sino única en este país en ese momento. Pero el poder central de la recién creada república impidió que este tipo de federalismo prosperara y terminó siendo apagada la llama laica, parcialmente, por la constitución de 1885, en donde se veía claramente la influencia de la religión católica en su desarrollo y apareciendo dicha religión como oficial del estado colombiano, por lo que se volvió obligatorio en la escuela pública recibir la cátedra de religión de manera obligatoria y se fue creando el rebaño de jóvenes colombianos de finales del siglo XIX y principios del XX con esta rígida mentalidad; sin embargo, algunos de estos jóvenes, sobre todo aquellos que podían tener acceso a literatura “prohibida”, empezaron a cuestionar ese poder absoluto que les tenían y realizaron un primer movimiento laico de hombres de pensamiento libre, que desde el siglo XIX venía formándose, a través de la masonería principalmente. Además, y desde ese entonces, la mujer empezó a tener un papel importante en el nuevo desarrollo del pensamiento liberal, ya que ellas eran las que mayor discriminación presentaba no solo por la iglesia sino por el estado también, pues fue solo hasta terminando la primera mitad del siglo XX cuando ellas pudieron tener derecho al sufragio y a acceder mas abiertamente a la educación superior, por sus capacidades intelectuales y físicas, demostrando todo el potencial reprimido durante siglos.

En Bucaramanga, Santander, por motivación de la masonería regional, se inició la construcción del Panteón en el Cementerio Universal en 1934, que permitió un entierro digno de las personas no católicas; al inicio de los años 50, Ramiro Blanco Suárez con la colaboración de Alfonso Gómez Gómez, dos personas influyentes en el departamento y muchos otros, llevaron a cabo la creación del Instituto Caldas, un colegio cuyo objetivo era brindar una educación no religiosa y dar cabida a quienes por no ser hijos de católicos les era negada la entrada a los planteles religiosos predominantes, presentando los principios laicos y librepensadores. Con la ayuda de Armando Puyana, quien se había unido al proyecto del colegio, se realizó la creación de la Universidad Autónoma de Bucaramanga, la cual se estructuró poco tiempo después con los mismos principios de libertad de pensamiento y separación de la influencia religiosa en los asuntos terrenales.

Esto, luego de muchos conflictos civiles, algunos de gran envergadura, permitieron que se pudiera cambiar los principios constitucionales del país por medio de la nueva constitución política en 1991, con fundamento librepensador y de igualdad entre razas y religiones, dando también importancia a los grupos minoritarios del país como al sector indígena y a los afrocolombianos.

Esta constitución le permitió al país a liberarse de la influencia de la iglesia católica en la educación, quitando la obligatoriedad de las cátedras religiosas cristianas católicas en la escuela y permitiendo que personas pertenecientes a otras corrientes religiosas pudieran estudiar en estos planteles. Esto se ha visto un poco alterado con las políticas recientes del gobierno actual, quien pretende volver a institucionalizar la cátedra de religión, específicamente la católica, como obligatoria dentro de las instituciones educativas, sembrando nuevamente y sutilmente la segregación y la discriminación religiosa dentro del alumnado.

Aquí aparece el movimiento laico, como patrocinador de la libertad y la tolerancia dentro de la comunidad civil, ya que es éste el encargado de difundir en la población estos criterios para llegar a construir una sociedad en donde se pueda convivir entre personas de diferentes géneros, credos, razas, filiación política, estados sociales, niveles de escolaridad, nacionalidad, etc।, en donde se de importancia a la opinión particular con objetivos sociales comunes, dejando de lado solo para lo privado la parte espiritual y religiosa.

Para poder conseguir esta sociedad ideal laica, es necesario empezar a sembrar en las mentes en formación estos conceptos de libertad, igualdad y tolerancia; es hacia los niños y jóvenes de nuestra sociedad, quienes están abiertos y sin prejuicios, a donde tenemos que volcar nuestra atención para evitar en ellos la creación de alienaciones mentales y la influencia de adultos limitados y recalcitrantes religiosos y que puedan ver su futuro con una nueva luz, que ilumine sus caminos y les permitan en su generación, crear la sociedad laica ideal, para que puedan vivir en paz, libertad y armonía unos con otros, como una hermandad humana, o sea simplemente habitantes del mundo.

Es por esto y buscando sembrar estos conceptos ideales de igualdad, tolerancia, libertad de pensamiento y democracia, que en Bucaramanga se creó la Fundación ILEC Oriente, la cual se encuentra en la fase de evaluación de proyectos por un lado de beneficio comunitario, de salud, campañas de defensa de los derechos humanos y por otro lado educacionales con el fin de fundar en corto y mediano plazo, instituciones educativas en todos su niveles, que le permita a la población santandereana y de todo Colombia, sin importar la raza, género, filiación política y religiosa, acceder a estos servicios y a una educación media y superior de alta calidad y puedan salir seres humanos libres y en convivencia con la sociedad, que tiendan a construir por sus vivencias y ejemplos una sociedad mejor cada día en un estado eminentemente laico.
कार्लोस एडुँर्दो मेस्त्रे अ।
दिरेक्टोर Ejecutivo