miércoles, 10 de diciembre de 2008

El Inquisidor

Me tomé la libertad de publicar en este espacio el artículo original acerca del tema presentado sobre "La inquisición a la procuraduría" en días anteriores en este blog. Espero se tenga una mejor imagen de lo que está sucediendo en Colombia, que según la constitución del '91 es un país laico, pero el gobierno central no lo quiere entender y lo trata de volver ultragodo y religioso eminentemente, coartando las libertades del "ciego" pueblo colombiano, estamos a un paso de volver al oscurantismo y la persecución politico-religiosa.... es lo que deseamos...?

Daniel Coronell
Sábado 1 Noviembre 2008

El más genuino representante de la caverna colombiana se podría convertir en Procurador General de la Nación. Calladito, y aprovechando la demora de la Corte Suprema de Justicia y del Presidente en la nominación de los otros dos miembros de la terna, Alejandro Ordóñez viene ganando adeptos en el Senado.
Muchos de los que se están alineando con esa causa desconocen los interesantes antecedentes del candidato. En Bucaramanga, la tierra natal de Alejandro Ordóñez, lo recuerdan por un episodio que refleja su intolerancia. Un buen día, en compañía de Hugo Mantilla -un personaje ya desaparecido y definido por algunos como un fascista nato-, Ordóñez llegó a la Biblioteca Gabriel Turbay. Los hombres, en actitud agresiva, conminaron al encargado a que les mostrara los libros para cerciorarse de que en la biblioteca pública no existiera literatura que pudiera perturbar las frágiles mentes de las juventudes. Al asustado bibliotecario no le quedó más remedio que entregar las obras que, a juicio del ahora aspirante a Procurador, contrariaban la moral. (García Márquez, Rousseau y Marx, entre otros). Entre los libros que se llevaron estaba la Biblia porque los censores juzgaron que se trataba de una edición "protestante" y no de la legítima católica, apostólica y romana. Según la versión de un abogado memorioso, las obras "inmorales" alimentaron una hoguera que ardió en un parque cercano.Años después, en 2004, cuando fue elegido presidente del Consejo de Estado, Ordóñez -en trance de fe y de poder- volvió a mostrar su talante. El retrato de Francisco de Paula Santander, que ocupaba el lugar central en la sala de sesiones del alto tribunal, fue removido y condenado al ostracismo. En su lugar, en medio de oraciones y de una ceremonia que por su pompa tocó los límites de lo ridículo, ordenó colgar un crucifijo. De nada valieron las voces que reclamaron que el doctor Ordóñez ejerciera en privado, y con toda libertad, su credo; pero que no pretendiera extender esos símbolos a la sesión plenaria del Consejo de Estado porque la Constitución colombiana ordena la igualdad de cultos y esa Corte tenía el deber de respetar ese principio. También siendo magistrado visitó una universidad de la derecha mexicana para dar una curiosa conferencia. La charla se llamó: 'San Ezequiel Moreno Díaz: Defensor de los Derechos de Cristo Rey'. Allí defendió la obra del polémico santo que fue obispo de Pasto y que, en plena Guerra de los Mil Días, instó desde el púlpito a sus feligreses a la "sana y recta aversión al liberalismo", con lo que aportó su cuota de sangre a la larga historia de violencia en Colombia.Alejandro Ordóñez, poniendo como ejemplo a San Ezequiel, recordó que sostenía que "el liberalismo es pecado". Agregó, de acuerdo con el resumen oficial del Foro Internacional de Fe y Ciencia, que era tiempo de recordar que: "Enseñaba el santo obispo que no sólo el liberalismo en abstracto, sino también el Partido Liberal, que le da su concreta fuerza histórica maligna, debe ser abiertamente denunciado e impugnado por la Iglesia".En su exposición magistral, el hoy candidato a Procurador también dijo que las libertades modernas apartan al hombre de Dios y por consiguiente del orden y de la paz.La inolvidable conferencia del entonces magistrado del Consejo de Estado puede ser repasada en la dirección de Internet http://forofeyciencia.uag.mx/fyc_noticia3.cfm.Lo insólito no es solamente que una persona con semejantes convicciones aspire a ocupar la Procuraduría, que tiene entre sus funciones resguardar las libertades individuales y defender los derechos humanos. Lo verdaderamente increíble es que Ordóñez -en un gesto de profunda inconsecuencia doctrinaria- esté buscando para llegar al puesto con los votos liberales y cristianos.

domingo, 7 de diciembre de 2008

De la inquisición a la procuraduría

Carlos Eduardo Mestre A.
La selección del nuevo procurador en Colombia, se ha hecho, como lo dice Camilo Gómez, con ausencia de equidad, prefiriendo la candidatura de un personaje que ha dado muestras de intolerancia religiosa y política, durante su vida pública.

Por los santandereanos es conocido de tiempo atrás, que el señor Alejandro Ordoñez, ha protagonizado espectáculos que rayan en el sectarismo y la discriminación, tomando como propia la decisión de oprimir la libertad de expresión en las bibliotecas y en las oficinas gubernamentales. En años pasados, supuestamente por comisión, censuró los préstamos de libros en la biblioteca Gabriel Turbay de Bucaramanga, de autores como Marx, Gabo, Rousseau y otros, por no estar dentro de las directrices religiosas católicas, opusdeistas, protagonizando una “quema de libros” al estilo nazi; además, ordenó descolgar los cuadros del General Santander, mostrando la intolerancia política con el liberalismo, que ha sido defensor desde su creación por el libre pensamiento y expresión de los colombianos, como ha acertado a expresar Daniel Coronell en su columna en la revista Semana, en varias oportunidades.

Este es el personaje, que desde hace año y medio ha hecho Lobby dentro del gobierno, para ser elegido procurador de la nación. Ha sido fácil, pues ha encontrado en el caldero del gobierno, la receta derechista, religiosa y de tinte discriminatoria, para cocinar su nombramiento y desde allí poner en práctica, con el poder de esa investidura, su ideología de intolerancia hacia el pueblo colombiano.

Pero en fin, el pueblo de nuestro país se caracteriza por esa amnesia total, manejada por los medios, grandes gestores de las cortinas de humo del gobierno, y esa amnesia va a permitir la llegada de un personaje que atrasará el desarrollo político de nuestra Colombia, tan golpeada y pisoteada por nosotros mismos.

¿Volverán los tiempos del sectarismo político y religioso con este nombramiento? Es lo mas seguro, y nosotros, los libre pensadores de este país estamos en la obligación de expresar nuestra inconformidad férrea ante estos sucesos, proinquisidores.

Se están cerrando cada vez más las puertas de la libertad de expresión y desarrollo de la inteligencia de los colombianos, si es que aún nos queda algo.

domingo, 23 de noviembre de 2008

DISCRIMINCAION EN LA EDUCACION

Con preocupación leí en días pasados, en el link descrito de Los Arquitectos, la discriminación que aún se tiene, entrado ya el siglo XXI, en uno de los supuestos países desarrollados como es España.
En resúmen, se discriminó por parte de una profesora, a un niño por no estar bautizado, promoviendo tácitamente entre sus compañeros el que lo relegaran de sus juegos y lo trataran peyorativamente, haciéndo en su desarrollo psicológico y cognitivo una mella importante. Por otro lado, irrespetando la intimidad de la familia, pues son finalmente ellos quienes tienen el derecho de elegir libremente sus creencias espirituales y religiosas y la manera de practicarlas.
Los invito pues a leer este artículo en el link descrito, el cual es propiedad intelectual de un H.: de España, inquieto por la temática laicista.
Los estados deben defender estos derechos, pero somos nosotros los que conformamos los estados en una democracia.
http://losarquitectos.blogspot.com

domingo, 5 de octubre de 2008

DISCURSO APERTURA DIPLOMADO LAICISMO Y CULTURA POLITICA EN COLOMBIA

Carlos Eduardo Mestre A.
Director Ejecutivo
FILEC Capítulo Oriente

HACE TRES AÑOS SE REUNIÓ UN GRUPO DE PERSONAS, CADA UNA CON PENSAMIENTOS Y CREENCIAS DIFERENTES PERO CON UN OBJETIVO CUMÚN, QUE ERA APRENDER Y ENTENDER ACERCA DE LA HUMANIDAD.

HACE TRES AÑOS A ESE GRUPO DE PERSONAS LES FUE OTORGADO EL REGALO DE ESTUDIAR SOBRE UN TEMA VIEJO, COMO LA HISTORIA DEL HOMBRE, PERO CON CONCEPTOS NUEVOS PARA EL MUNDO QUE ENTRA EN EL NUEVO MILENIO.

UN TEMA QUE HA SIDO MAL DEFINIDO Y HA SIDO INTERPRETADO FILOSOFICAMENTE DE MANERA DIFERENTE POR MUCHOS PENSADORES A TRAVES DE LOS SIGLOS.

UN TEMA CUYO NOMBRE FUE DADO POR LOS CLERIGOS ANTIGUOS PARA REFERIRSE A LOS HOMBRES Y MUJERES QUE NO LLEVABAN HABITOS PERO QUE COLABORABAN CON ESA RELIGIÓN, CON QUIENES INTERACTUABAN DE MANERA SUPERFICIAL, PUES NO LES PERMITIAN CONOCER LOS MISTERIOS RELIGIOSOS Y ESPIRITUALES, PUES NO LOS VEÍAN COMO ILUMINADOS PARA TENER LA CAPACIDAD DE ENTENDER DICHOS TEMAS.

FUERON DENOMINADOS LAICOS

ESTE TERMINO REALMENTE SE ACUÑO EN GRECIA A LAS PERSONAS QUE NO TENIAN ALGUN TITULO SACERDOTAL Y LUEGO FUE USADO EN OCCIDENTE PARA REFERIRSE A TODO AQUEL QUE NO TENÍA ORDENES CLERICALES.

INICIALMENTE ESOS LAICOS ERAN PARTE IMPORTANTE EN EL DESARROLLO DE LA IGLESIA, PERO POCO A POCO FUERON RELEGADOS A LA BASE DE LA PIRAMIDE QUE SOSTENÍA LA MONARQUÍA PAPAL, IMPIDIÉNDOLE EL ACCESO A LAS FUENTES DE INFORMACIÓN Y CONOCIMIENTO, PARA CONTENER EL PODER ESPIRITUAL Y A LA VEZ TEMPORAL O TERRENAL EN SU SENO.

PERO, COMO RESPUESTA A ESTE OSCURANTISMO, UN GRUPO DE PERSONAJES INQUIETOS POR LAS ARTES, POR EL SABER, TUVIERON LA FORTUNA DE MEZCLARSE CON SABIOS DE ESA EPOCA, QUE SE ENCONTRABAN SOLAMENTE EN ORIENTE MEDIO, Y RENACIERON CON UNA NUEVA LUZ DE CONOCIMIENTO, EL CUAL LE HABIA SIDO ESQUIVO A LOS HOMBRES DE ESA ÉPOCA Y DURANTE MUCHOS SIGLOS DE DOMINACION ESPIRITUAL.

A PARTIR DE ESE MOMENTO APARECIERON EN LA PALESTRA MUCHOS GRANDES PENSADORES, QUE EVOCABAN SU SENSIBILIDAD Y CONOCIMIENTO EN TODAS LAS ARTES: PINTURA, ESCRITURA, MUSICA, ARQUITECTURA, Y EN SUS OBRAS PONÍAN TODOS SUS CONOCIMIENTOS Y SU NUEVA INTERPRETACIÓN DE LA VIDA Y DEL COSMOS, QUE LES ETUVO OCULTA POR AÑOS.

ESE BAGAGE DE DESARROLLO FUE EL QUE SE PUSO EN FRENTE DE LOS DIECINUEVE INDIVIDUOS QUE DECIDIERON LLEVAR A CABO SU ESTUDIO MAS A FONDO.

ELLOS ENCONTRARON QUE ESE CORTO TÉRMINO, LAICO – LAICISMO, ESCONDÍA UNA MARAVILLOSA GAMA DE CONCEPTOS APLICABLES A LAS NECESIDADES DE LA SOCIEDAD ACTUAL. PERO QUE PARTEN DE LA PREMISA DE QUE EL ESTADO Y LA SOCIEDAD QUE LO CONFORMA DEBE SER MANEJADO POR ÉL MISMO, COMO ENTE LIBERADO DEL YUGO DE LA RELIGIOSIDAD, PERO RESPETANDOLE A CADA INDIVIDUO SU CREDO Y SU ESPIRITUALIDAD, EL CUAL PUEDE SER MANEJADO DE MANERA PRIVADA POR CADA UNO DE LOS INTEGRANTES DEL ESTADO.

ESTE CONCEPTO ES MUY JOVEN EN COLOMBIA, PUES SOLO FUE APLICADO HASTA 1991 EN LA NUEVA CONSTITUCIÓN QUE NOS RIGE HOY DÍA Y LA CUAL DEBEMOS FELICITAR, RESPETAR Y DEFENDER, A PESAR QUE MUCHOS DIRIGENTES HOY DIA, DESEEN INVOLUCRAR LA RELIGIOSIDAD NUEVAMENTE EN LA TOMA DE DECISIONES DEL PODER TEMPORAL.

PARA SEGUIR CONTANDO LA HISTORIA, ESTE GRUPO DE INDIVIDUOS, LIBRE PENSADORES, PLURALES, ESNCONTRARON EN ESA FILOSOFÍA LAICA, LAICISTA (NO LAICIDAD), QUE VIENE DESARROLLANDOSE EN AMERICA LATINA Y DESDE EL VIEJO CONTINENTE, LA INSPIRACION NECESARIA PARA OFRECERLE A BUCARAMANGA Y A PARTIR DE ELLA AL DEPARTAMENTO Y AL PAÍS, EL DESARROLLO DE UNA INSTITUCIÓN EDUCATIVA QUE PUEDA CONSTRUIR HOMBRES Y MUJERES DE BIEN, CON VALORES Y PRINCIPIOS FIRMES QUE LE PERMITAN CUMPLIR LA VIEJA REGLA DE ORO “HAZ A LOS DEMAS LO QUE QUIERAS QUE TE HAGAN A TI”, Y QUE TODOS ESTOS INDIVIDUOS PUEDAN VIVIR BAJO LOS CONCEPTOS DE LIBERTAR, IGUALDAD Y TOLERANCIA.

ASI NACE LA PRIMERA INSTITUCIÓN EN ESTE PAÍS, DIRIGIDA AL INDIVIDUO COMO PARTE DE UN ESTADO LAICO COMO EL NUESTRO, CON EL OBJETO DE PROMOVER EL LAICISMO, IMPULSANDO LA LIBERTAD DE LOS CULTOS RELIGIOSOS Y DEFENDIENDO LA IMPARCIALIDAD DEL ESTADO FRENTE A LAS DISTINTAS CONFESIONES. PRESENTO ENTONCES AL ESCENARIO EDUCATIVO COLOMBIANO LA FUNDACIÓN INSTITUTO LAICO DE ESTUDIOS CONTEMPORANEOS CAPITULO ORIENTE.

domingo, 31 de agosto de 2008

LAICISMO EN COLOMBIA

R.M.J.


El Laicismo se soporta sobre la plataforma amplia y generosa de la tolerancia, lo que significa que es uno de los mas importantes instrumentos de convivencia pacifica entre los seres humanos.

Esta precisión es necesario hacerla para expresar la naturaleza y significado del laicismo, que pregona la posibilidad cierta de que todos los seres humanos puedan vivir en común, sin exclusiones, persecuciones ni marginamientos, sin importar sus creencias religiosas o planteamientos filosóficos, en un Estado que cultiva una moral sin dogma.

No es por lo tanto el laicismo un arma arrojadiza, que pueda utilizarse para perseguir a alguien; no somos los laicistas agresores antirreligiosos, ni somos por definición ateos, aunque admitimos que una de las tantas posturas, respetables como las demás, consiste en el agnosticismo y en la no pertenencia a una determinada religión.

Los enemigos del laicismo, son los sectarios y fundamentalistas, que solo entienden el mundo bajo la óptica exclusiva de sus creencias religiosas; hablan de la religión única y verdadera, del dios único y verdadero, se proclaman dueños de la revelación divina, por lo que entienden que quienes se apartan de sus dogmas y creencias, son infieles, están por fuera de la civilización y por lo tanto el Estado, la sociedad así como la Iglesia, deben perseguirlos y marginarlos; ellos no entienden la separación entre el Estado y la Iglesia, han ensayado para ello, las mas extrañas teorías políticas que pasan por la idea de que los príncipes son encarnación divina, o que su unción como gobernantes es un acto divino realizado a través del espíritu santo, que ilumina mediante un soplo la carnadura del mortal escogido, recuerden ustedes que Francisco Franco se proclamaba- Caudillo de España por la Gracia de Dios- y el Preámbulo de la Constitución Colombiana de 1886, invocaba a Dios como fuente suprema de toda autoridad. Estas teorías y tantas otras de su misma estirpe les permitieron y en algunos casos aún les permiten, gobernar y gozar de los privilegios y las prebendas de ser religión Estado, o de manipular un Estado con religión oficial, siempre al lado de los tiranos y en contra de los oprimidos. En el caso de la religión Católica, montaron al final, el cuento del Estado Vaticano, lo cual les ha permitido mantener sus prebendas mediante instrumentos de derecho internacional, como el concordato, que en el caso Colombiano rigió, desde 1887 hasta 1993.

Cómo hubiese sido diferente nuestro país y mas aún cómo sería de diferente nuestro país, pues tendría menos contradicciones y desigualdades, menos injusticias y con seguridad una mejor salud mental traducida en menos agresividad, si la conquista Española desafortunada por muchos aspectos, no hubiese sido realizada con el símbolo de la Cruz como instrumento de dominación cultural, con lo cual propiciaron la destrucción de la cultura aborigen, sus lenguas, sus creencias religiosas, sus costumbres sociales, su libertad y su honor; para imponerles un dios desconocido, una religión a la fuerza, unas reglas de comportamiento social generadoras de la marginalidad, que fueron siempre propiciadas por la iglesia, que se servia de ello obteniendo grandes propiedades de tierra, gran número de esclavos y de siervos, por los que nunca nada hicieron para redimirlos de su condición?

Nuestra época colonial, fue un escenario cruento e ignominioso, que tuvo como fondo la destrucción de una etnia, la explotación de una raza, el saqueo descarado de las riquezas de un territorio, la imposición a la brava de una lengua, de una religión, de una cultura y con ello la formación de una sociedad desigual, con odiosos privilegios para unos pocos y la marginalidad y la explotación inhumana para la mayoría, tarea en la que fueron artífices primordiales los curas católicos, quienes al final echaban mano del santo temor a dios, como una forma de reducción del descontento para mantener sus privilegios.

En nuestro país, la Iglesia Católica, siempre ha sabido estar en la cima del poder del lado de los sectores oscuros y de las fuerzas reaccionarias, fueron amigos de los terratenientes y se opusieron a los cambios reales en la sociedad; después de la independencia, argumentaron a favor de la esclavitud, citando el evangelio. -Éxodo capitulo 21 y Epístola a los Efesios, proclamando que la esclavitud estaba apoyada por los libros sagrados-. Eran los dueños de la educación, la que utilizaban para sus propios fines económicos, para mantener al pueblo ignorante pues no le permitían acceder a ella y también la usaban para mantener el control ideológico de los estamentos dominantes, a quienes no les comunicaban los adelantos de la ciencia y pretendían que nunca se difundiera el pensamiento de Copernico ni el de Galileo, siempre le han apostado a llamar herejía, a los progresos de la ciencia, a la libertad del hombre, a la democracia.

Combatieron en forma brutal el radicalismo liberal, aquella obra social y política realizada por los masones colombianos, que fue el primer intento exitoso de romper con las viejas estructuras coloniales; período político en el que se planteó la existencia de un Estado Laico, de una educación obligatoria y democrática, ceñida a los postulados científicos, donde se creó la Universidad Nacional de Colombia y se les empezó a quitar el poder temporal que apreciaban tanto.

La educación laica y obligatoria, propiciada por el radicalismo liberal, fue combatida abiertamente por la iglesia católica en nuestro país, el clero entendía que se trataba de una enseñanza atea y anticristiana, le negó por lo tanto cualquier apoyo a estos establecimientos, negándose incluso a dictar las clases de religión en ellos y los obispos colombianos excomulgaron a los directores y maestros de las escuelas oficiales y a los padres de familia que envíen a sus hijos a tales instituciones.

Ideológicamente, la Iglesia católica en Colombia, siempre ha estado al servicio de la reacción y ha sido enemiga del progreso del pueblo. El obispo de la ciudad de Pasto, Ezequiel Moreno, dijo desde el púlpito en recordada ocasión “Confieso una vez más que el liberalismo es pecado, enemigo fatal de la iglesia, del renombre de Jesucristo y ruina de los pueblos y naciones”.

En su lucha contra el radicalismo liberal la iglesia se amalgamó con las fuerzas conservadoras, propició el sectarismo y el oscurantismo, las guerras civiles que significaron la derrota del radicalismo y de su constitución de 1863, desatado todo desde la cúpula eclesiástica, y como prueba de ello, es memorable el discurso de monseñor Vicente Arbelaez, Arzobispo primado, desde la catedral de Bogotá cuando en un claro parte de guerra dijo que “cuando la sociedad católica es vulnerada en su doctrina, está en el deber de sostener sus derechos a la fuerza”. Entonces también, en esta ocasión la virgen y cristo rey y la bandera vaticana hacían parte del bando conservador en la contienda, al tiempo que la iglesia excomulgaba a los liberales y a sus obras.

El triunfo de la regeneración, sobre el radicalismo liberal, significó la imposición de un Estado religioso, con privilegios para la iglesia y con graves imposiciones a la sociedad colombiana. El catolicismo, se identificó plenamente con el partido conservador, logrando firmar en 1887, un concordato donde obtuvo el reconocimiento y preponderancia para sus ministros, logrando controles en la educación, convirtiéndose en el árbitro de la moral social, haciéndose al control de los cementerios, adueñándose del registro civil al lograr la preponderancia de la partida de bautizo, imponiendo el matrimonio católico como matrimonio oficial, por encima del matrimonio civil, al que solo se podía acceder previo acto de apostasía, sancionando a las parejas que no contraían matrimonio, distinguiendo para efectos sociales, económicos, afectivos y familiares, entre hijos legítimos e hijos naturales, imponiendo también la indisolubilidad del vínculo matrimonial y manejando, según intereses particulares, los litigios con fuerza vinculante para el estado colombiano, para obtener la nulidad del matrimonio católico, ante la rota romana; así como privilegios impositivos y demás prebendas odiosas y descomunales; dijo al respecto, hablando de su infancia, el presidente masón Alberto LLeras Camargo, que en su época, todo pasaba por manos de la iglesia católica y el poder de los curas era inconmensurable, se les denominaba autoridades eclesiásticas, junto con las civiles y militares y el poder del púlpito y el confesionario, junto con el acto de la excomunión les servía para controlar socialmente sus feudos, era un poder real, indiscutible y odioso. Todo dentro de la iglesia, nada por fuera de ella.

¿Cuanto daño se le hizo a la sociedad colombiana, con este sistema de religión oficial? Sostenemos que ha sido inmenso el daño que se la ha ocasionado. Las actitudes violentas e insolidarias que hoy padecemos tienen mucho que ver con esa práctica excluyente ejercida sin misericordia contra aquellos que no estaban con la religión imperante, por lo que se les marginaba. Así, socialmente era un daño irremediable el ser madre soltera, mujeres a las que se colocaba en la picota pública, sin ninguna posibilidad de realizar una vida plena y feliz, así como también, el vivir en unión libre, lo cual excluía la posibilidad de que sus hijos fueran educados en algunos colegios y quienes sin ser católicos o por considerar con razón que prevalecían las leyes civiles y preferían el matrimonio civil, tenían que soportar el proceso social de la apostasía, denigrante y lesivo.

Cuantas desgracias y tragedias, nos hubiésemos evitado los colombianos, si el matrimonio válido hubiese sido únicamente el civil y este conforme a su naturaleza contractual, hubiese tenido desde siempre la posibilidad de la ruptura del vínculo?, ahora bien, con ello, nada se oponía a que un católico practicante, también se casara ante su propia iglesia y para pertenecer a ella respetara su sacramento, pero ese es un problema del católico practicante con su religión, no con el estado ni con la sociedad colombiana.

El problema es que se han considerado siempre, la única religión verdadera, la del dios verdadero y la de todos los colombianos, con derecho a intervenir mas allá de la relación espiritual con sus adeptos, pretendiéndonos imponer a todos los colombianos, sus creencias, sus postulados éticos, sus mandatos sobre la sexualidad, sus puntos de vista sobre las relaciones de pareja y sus formas de interpretación de las leyes patrias, lo cual es inadmisible.

Cuantos colombianos crecieron en la marginalidad, por culpa de la mácula de ser hijos de uniones libres o llamados naturales, cuantas diferencias se generaron en una sociedad sometida a estas reglas absurdas de una iglesia que pretendió gobernarnos en el mas extremo fundamentalismo.

Muchas de las ciudades colombianas mantienen aún los cementerios universales y masónicos, como un recuerdo imborrable de la intolerancia religiosa, que pretendió en su sectarismo no dar cabida a los restos mortales de aquellos que no pertenecieron a su credo, o que contra su doctrina hicieron uso del derecho a morir, o que fueron liberarles o masones. Esos cementerios son hoy monumentos libertarios que hablan por si solos del mal de la intolerancia religiosa, poco a poco se van convirtiendo en campos floridos, donde las nuevas generaciones recordarán la dolorosa lucha contra los fundamentalismos, que le hizo tanto daño a nuestra sociedad, que se vio dividida, martirizada y ultrajada, por aquellos que no entienden que todos los hombres son hermanos.

La Constitución colombiana de 1991, que significó un importante esfuerzo para recomponer el camino de la tolerancia y propiciar aún sin lograrlo la convivencia pacífica entre nosotros, definió a Colombia como un Estado Laico, con lo cual y a partir de ese momento iniciamos el proceso de separación entre el Estado y la iglesia. No ha sido un camino fácil, en primer lugar porque quien tiene los privilegios trata de conservarlos aún a costa de la Constitución y la ley. En 1993, la Corte Constitucional, se decanto por la inconstitucionalidad del Concordato existente entre Colombia y el llamado Estado Vaticano, decisión que los curas, acompañados por sectarios seguidores, consideran no jurídica y pretenden que aún esta vigente, por fortuna sus acciones jurídicas no tuvieron ninguna acogida. A partir de ese momento, se han logrado significativas decisiones que han permitido retirar a la iglesia enquistada en muchas instituciones como juntas de censura de cine, de establecimientos enseñanza religiosa y otros espacios en los que se percibe la innegable perdida de peso específico de esa iglesia en la sociedad colombiana, desgaste social, que se produce como consecuencia de sus tradicional postura de navegar en contravía de la realidad, del progreso y de la ciencia, la delictiva conducta sexual de sus ministros y la posición cada vez mas critica de los colombianos que ya no se dejan influir por las tradicionales armas de control psicológico (el infierno candente, la excomunión etc) que otrora usaban con éxito en la manipulación de las gentes.

Pero aún estamos lejos de lograr los postulados del laicismo, porque aún existe la persistente tendencia en algunos funcionarios públicos, notoriamente en las fuerzas armadas, donde lo religioso es utilizado como una forma de lavar ciertos actos y darles mas credibilidad en el imaginario colectivo por tener el aval de los jerarcas de la iglesia católica en nuestro medio.

No olvidemos además que los totalitarismos no desdeñan la maquillada bendición de los supuestos santos varones, de voz suave y finas maneras, que avalan cosas que al final resultan inpredicables de tan santos señores, recordemos entre nosotros, al arzobispo Caballero y Góngora pactando en nombre de dios con los comuneros y traicionándolos a nombre del rey para cumplir su cometido de lealtad al monarca contra los intereses del pueblo. Sin que podamos olvidar las gestiones diplomáticas de la iglesia comandad por Eugenio Pacelli, ante régimen nazi, contra los judios y sus acuerdos con Benito Musolini en Italia, para consolidar la precaria territorialidad del Estado Vaticano. En otras palabras todos los dictadores y violadores de los derechos humanos, Videla y su cohorte en Argentina, Strossner en Paraguay, Pinochet en Chile, Franco en España, han tenido muy buenas relaciones con la cúpula eclesiástica, como una carta de presentación popular.

En Colombia los hemos visto sentados con personajes como Pablo Escobar, acordémonos del padre García Herreros, el inquisidor Alfonso López Trujillo recibió jugosas contribuciones de Escobar y Monseñor Darío Castrillón contó con la colaboración eficaz de Carlos Ledher en la construcción de casitas en Pereira, y últimamente hemos visto a la jerarquía católica colombiana interponiendo sus buenos oficios con los jefes para-militares. Estas son labores de maquillaje y de lavado de imagen, es un oficio que se cobra, claro esta que también deben incluir peticiones celestiales, por tan siniestros personajes.

Ninguna entidad oficial debe tener capellanes, que además son pagados con dineros oficiales, los actos oficiales no pueden celebrarse, recordarse o lamentarse con misas ni tedeums, etc.

El Estado Colombiano requiere retomar el control de la educación, impidiendo que existan establecimientos educativos en los que se burle el postulado de la libertad religiosa, o donde se discrimine el alumnado o el profesorado por tener un credo diferente o simplemente no tener ninguno, porque esto ocurre a diario en nuestro país.

Pero mas grave resulta, la posición contestataria que han asumido algunos jerarcas católicos frente a las decisiones jurisprudenciales y legales que son contrarias a la doctrina de su Iglesia, y que ellos asumen con rebeldía utilizando los medios de comunicación para subvertir el orden llamando a la desobediencia civil y ofender a quienes toman estas decisiones o deben realizar las acciones correspondientes. Hablamos de los casos de la Eutanasia y del aborto, en los cuales legalmente se han tomado decisiones que permiten la aplicación de la eutanasia bajo ciertas condiciones lo mismo que el aborto. Nuestra crítica a los jerarcas católicos, no radica en que ellos desde el punto de vista de su iglesia, manifiesten al interior de sus iglesias su critica a tales decisiones, es más pueden advertir que la mujer católica que aborte deja de ser católica, como le debe ocurrir a quien favorezca la eutanasia, advertirle incluso que quien se deje aplicar la eutanasia se va para el infierno, pero lo que no es posible, es que ese jerarca católico, se sienta con derecho a ofender a los jueces y médicos colombianos que han tomado y ejecutado estas decisiones y lanzar sobre ellos públicamente el anatema de la excomunión, como si Colombia fuera un Estado Católico y como si todos los colombianos fueran católicos (pero nada hacen contra aquellos curas que caen en delitos graves como la pederastria, la aplicación de anatemas contra los de ruana solamente, irónico)*. Deben existir mecanismos para que la iglesia no siga pretendiendo manipular las instituciones estatales, para que no pretenda como lo hizo el mencionado jerarca frente a estos asuntos llamar a la rebeldía e invocar la objeción de conciencia, porque si un católico convencido así lo hace, debe en ese mismo acto renunciar a su cargo.

Desconfiemos también, de los llamados misioneros, cualquiera que sea su religión, que cumplen una tarea de penetración cultural con el pretexto de salvar almas, el laicismo como política estatal de separación entre la Iglesia y el Estado, no puede admitir que a nombre de la caridad o de la superioridad o de la civilización se orade culturalmente un grupo humano y se le imponga un dios y una religión desconocida.

No se trata entonces de perseguir a nadie, se trata es de colocar las cosas en su lugar para que podamos lograr la convivencia derivada del respeto por las creencias religiosas de los demás, en la seguridad de que las religión cualquiera que sea no es un ente de poder, es mucho mas que eso, es la alianza espiritual de hombres y mujeres, que han definido una forma particular de relacionarse con la divinidad y de cumplir su vida conforme a esa definición, pero respetando las creencias de los demás, sin pretender manipular el Estado, ni utilizarlo para imponer sus criterios religiosos; bastante lograría, por ejemplo la religión católica, si lograra que sus adeptos fueran mejores católicos cumpliendo con los diez mandamientos, el laicismo espera eso, pero lo que no puede permitir es que la iglesia pretenda gobernar o cogobernar como si fuera un órgano político dando instrucciones de voto o de actuación a sus fieles, eso supera los lindes de la religiosidad y no debe ser permitido.
* nota del editor

sábado, 30 de agosto de 2008

Un humanismo liberado de los dioses...


Por Philippe Grollet – presidente del CAL (Bélgica)


Desde los albores de la humanidad, los hombres han estado confrontados al temor de un medio hostil e incomprensible y a la angustia de la muerte.

Para explicar lo incomprensible inventaron los dioses. Para vencer sus miedos recurrieron a la magia y para enfrentar la muerte imaginaron otros mundos paradisíacos, a dónde sus dioses podrían conducirles luego.

Al principio, estos dioses eran el sol, el fuego, el mar, la selva. Eran lo que los hombres veían alrededor de ellos y lo que les dominaba, les alimentaba y, también, les mataba.

A los pueblos bárbaros y crueles les correspondían dioses bárbaros y crueles. Como todavía es el caso ahora, el Dios de los fanáticos es intolerante y fanático. Mientras el dios de los humanistas, sean estos judíos, cristianos, musulmanes hinduistas u otros, es un dios de amor, de generosidad y de apertura.

Es el hombre quien crea a « Dios » a su imagen y semejanza.

Con el paso del tiempo, las religiones organizaron las relaciones de los hombres con sus dioses. Garantes de la mitología, codificaron la historia de los dioses.

Estas operaron la distinción entre el « verdadero Dios » (el suyo) y los « falsos dioses » (los dioses de los otros). Sus rabinos, sus padres, sus imanes, sus pastores se ofrecieron como intérpretes de los dioses y la autoridad que de esto se desprende les volvió moralistas, para lo mejor y para lo peor.

Los dioses y las religiones favorecieron la superación personal y contribuyeron a presentar a los individuos otra dimensión de lo humano: más allá de mi « yo », de la familia e incluso de la tribu.

Pero, a menudo, las religiones han pretendido poseer la verdad y, en todas las épocas, se han dejado instrumentalizar por los jefes y los brujos, los hombres de poder y los altos funcionarios religiosos quienes no se privaron de utilizar a Yahvé, a Jesús, a Alá para asentar su autoridad, para extender su poder y para conducir a los hombres a la muerte y así satisfacer sus cínicos intereses.

Ahora todavía se mide hasta que punto la religión es utilizada en prácticamente todos los conflictos que ensangrientan la tierra.

Por otra parte, las profundas mutaciones sociales, políticas y tecnológicas del último siglo y, particularmente, de los últimos años, han hecho surgir en todos los dominios una cantidad de nuevas preguntas. Ante las mismas, no se puede imaginar el encontrar respuestas, o en su defecto, enseñanzas útiles en las doctrinas religiosas ancladas en textos milenarios que, evidentemente, no pueden explicar las problemáticas contemporáneas.

Se imagina acaso encontrar en la Torá, los evangelios o en el Corán indicaciones sobre la manera de codificar la fecundación humana o las investigaciones sobre los embriones? Es cierto que se intenta hacerlo, pero la mistificación es demasiado evidente.

Una idea bastante antigua ya…

En el siglo sexto antes de JC en Jonia, los pensadores precursores se alejaban ya de la explicación del mundo a través de los mitos y se ponían a buscar una explicación de los fenómenos naturales que fuese aceptable para la razón.

Protágoras de Abdera (485-411), figura de avanzada de los Sofistas, proponía ya un pensamiento subversivo, tanto desde el punto de vista de la religión como desde la política. Es a él a quien debemos este aforismo de una sorprendente modernidad: “El hombre es la medida de todas las cosas”. Lo cual le valdrá ser condenado por impío por parte de los atenienses.

Para Diagoras de Melios, (415 antes de JC), “la creencia en los dioses nació del pavor de los hombres ante los fenómenos naturales”.

Los Escépticos, dando una definición positiva de la duda, aparecen como los precursores del libre examen: Pyrron (360 – 272 antes de JC) introduce la idea de“ que es imposible el conocer la menor verdad y que se debe entonces suspender su juicio”.

Por fin, Epicuro (341 – 270 antes de JC), liberado de los dioses, substituye a su adoración la búsqueda de la felicidad, proponiendo una realización terrestre al hombre: “En lo que concierne los dioses, no hay nada que temer. Asimismo, no hay nada que temer a la muerte. El ser humano es capaz de ser feliz. Puede soportar los dolores de la existencia.”

En la vieja Europa, un número cada vez más grande, que se avecina en Bélgica 30 o 40 por ciento de la población se alejan de las mitologías… y de las religiones que las sostienen. Un fenómeno similar es observable y gana incluso, pero con un efecto retardado, a la Europa Central y Oriental.

Este fenómeno es observable en diferentes grados en todos los continentes, cada vez que el nivel general de la educación favorece la emergencia del espíritu crítico.

Esto no quiere decir que todas estas poblaciones se viertan en el nihilismo, el cinismo o en el inmoralismo, incluso cuando muchos, al interior y al exterior de las religiones, pueden estar tentados por el repliegue hacia sí mismos y por la adoración de un nuevo dios, el dios-mercado.

El laicismo filosófico no es una “religión en defecto de”, que caracterizaría a todos aquellos quienes se han alejado del catolicismo o del Islam; del cristianismo, del hinduismo o del budismo; de las religiones del Libro o de los animismos…

Ciertamente, el laicismo filosófico no se reconoce en ningún Libro fundador. De hecho, éste no honora a ningún Dios, a ningún profeta y no reconoce a ningún maestro de pensamiento. Pero se inscribe en la tradición humanista que, desde Protágoras hasta nuestros días, pasando por los filósofos del Siglo de las Luces pusieron al hombre en el centro de los valores, forjando poco a poco estos conceptos, uno de los cuales es retomado en el artículo primero de la Declaración Universal de los Derechos Humanos adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y en derecho. Están dotados de razón y de conciencia y deben actuar los unos para con los otros en un espíritu de fraternidad.”

Libertad – Igualdad – Fraternidad

Y, entonces,
libertad de pensamiento,
libre examen,
conquista de la ciudadanía
aspiración a la emancipación,
exigencia de justicia,
capacidad de rebelión,
rehabilitación de la felicidad y del placer, respetando al otro
Frente a los desafíos actuales, la pérdida de sentido, la decadencia de los valores colectivos en provecho de un individualismo exacerbado o de un retorno de algunos a una concepción sectaria y dogmática de lo religioso; frente a la desorientación moral, a los choques culturales, al empobrecimiento constante del Sur frente al Norte y de los menos favorecidos de este Norte frente a los ricos del Norte y del Sur, el laicismo filosófico es, evidentemente más necesario que nunca.

Conjugada a la acción de los demócratas de todas la convicciones (confesionales o no), éste debe ahora poder afirmarse aún con mayor urgencia, ya que las referencias antiguas (Dios, el padre, el patrón, el jefe de familia, trabajo y patria), pertinentemente desacralizados, dejan para muchos de nuestros conciudadanos un vacío, el cual se vuelve cada vez más evidente y cuando no es posible concebir cómo las religiones podrían volver a ganar la credibilidad perdida.

En una sociedad multicultural y multiconviccional como se han vuelto todas a diversos niveles, la prioridad, entre cualquier otra prioridad, es la de “vivir juntos”.

Con el curso de los siglos, la vieja Europa ha pagado un terrible tributo a las guerras de religión. La doctrina “un príncipe – una religión”, que pretendía crear la unidad del Estado (y la paz interior) con la sumisión del pueblo a la religión de su rey, ha sido suplantada por el modelo de “laicismo político”.

El laicismo político, con modalidades muy diversas, se impuso progresivamente en todos los Estados democráticos. El modelo francés, del cual la ley de separación de las Iglesias del Estado y es el instrumento más conocido, no es sino una de estas modalidades. El “laicismo a lo belga” es otra. Y cada Estado de derecho, en función de su historia y de las relaciones sociales internas, ha organizado las relaciones entre la política y las religiones.

La constante del estado laico, como ha dicho nuestro amigo Jorge Carvajal Muñoz, es que éste tiende a la imparcialidad en materia filosófica y religiosa, que se rehúsa de intervenir en los asuntos interiores de las comunidades confesionales, como también rehúsa a las iglesias el intervenir como tales en los asuntos del estado y tiende a no acordar ningún privilegio a la religión dominante y a no imponer ninguna carga particular a los ciudadanos en razón de su pertenencia o no a una religión o a otra.

Es lo que se llama también « la separación de la Iglesia y del Estado”. Una separación ideal de las Iglesias no existe en ninguna parte. Ni en los estado Unidos, ni en Francia, ni en Bélgica, ni en los raros Estados que han inscrito oficialmente la separación de la Iglesia y el estado en su Constitución, pero que actúan, de hecho, como si hubiese una religión de Estado.

Sea que se trate de construir una sociedad justa, progresista y fraterna, dotada de instituciones públicas imparciales, garante de la dignidad de la persona y de los derechos humanos… o de defender, en el seno de esta sociedad una concepción filosófica liberada de los dioses (o más exactamente liberada de los impostores que se pretenden sus emisarios), el trabajo no se terminará nunca, como la construcción de la democracia no se terminará nunca. Pero dejará, de generación en generación, nuevos desafíos que enfrentar, día tras día.

jueves, 10 de abril de 2008

LAICISMO Y RELIGION

Está claro que la opción religiosa es un derecho inalienable de cada individuo, por lo tanto, Dios, Alá, Yaveh, Shiva y Vishnú, incluso Ra, Isis y Osiris, están presentes en los individuos de diferentes sociedades, y a esos individuos se les ha enseñado desde la infancia acerca de ellos y por ende, se les inculca en lo que “deben creer”. Cuál es cierta y cuál es falsa, no es objeto de esta disertación. Lo que si es cierto es que todos esos individuos conforman una sociedad religiosamente heterogénea, que no puede ser gobernada monárquicamente por preceptos religiosos específicos, tomados como única verdad, excluyendo las otras creencias espirituales, puesto que estamos hablando de gobernar individuos y no almas, sociedades compuestas por personas de diferentes credos y creencias filosóficas.

La historia nos ha demostrado que un estado que basa sus decisiones en los preceptos religiosos pierde objetividad y puede llegar al estado dictatorial, perdiendo lo que se ha ganado, la democracia y la tolerancia. El estado teocrático vertebró la sociedad antigua, pero en un momento dado, se abrió la participación del individuo que no pertenecía a ningún orden clerical, en las decisiones estatales, en esto los griegos fueron los primeros en abrir este debate, el cual terminó en la democratización del estado y se produce entonces el paso de la sociedad teocéntrica, que pregunta a lo otro para saber cómo es ella, a la sociedad democrática, que se pregunta a sí misma. Son los hombres los que se dan sentido a sí mismos y por ende la sociedad democrática recibe su sentido de sí misma.

Esta idea se desarrolla en occidente, luego de un largo periodo de oscurantismo intelectual, creado por la iglesia católica para conservar el poder absoluto sobre los reinos espiritual y terrenal, ellos tenían y manejaban la información y podían transmitir lo que para ellos era la verdad. Luego de este periodo y cuando la burguesía aprende a leer y le es posible adentrarse en el conocimiento a través de los libros, logra pensar y discernir sobre los temas que tenía como absolutos y llegar a nuevas conclusiones sobre las cuestiones de la vida, la ética, la moral, el estado y la religión. Es en esta época de renacimiento, cuando la religión cristiana católica diferencia abiertamente a los individuos laicos, como los no religiosos y de ideas peligrosas, para ellos y su poder; y los grandes pensadores empiezan a tener influencia sobre el pensamiento de la sociedad naciente en conceptos de libertad, fraternidad, igualdad y democracia, lo que permite que el individuo sea el objeto del estado y a su vez el estado el centro del individuo. La racionalidad que aporta el laicismo naciente tiene la capacidad de generar esperanza. Ésta, según Ignasi Boada, está relacionada con “la búsqueda de la paz universal frente a la violencia; la búsqueda de la verdad frente a la superstición y la búsqueda de la libertad y la responsabilidad individual”.
En el momento en que la religión deja de ser el centro de la sociedad se convierte en la vía de búsqueda de sentido de los individuos. La sociedad da cierto sentido, pero somos mortales y, por eso también necesitamos la religión. La religión va a seguir teniendo un tema importante en el individuo porque existe la mortalidad y le dará la respuesta a esta necesidad espiritual del ser humano. La religión es una de las mayores transmisoras de sentido que ayudan a las personas a vivir con su apocalipsis. Cada cual debe negociar su vida en ese asunto. La religión es un derecho de buscar sentido a la vida. Esto está en la base de la tolerancia democrática, que era tolerancia religiosa antes que política. Voltaire, asombrado por la tolerancia religiosa de los ingleses, decía: "Los ingleses van al cielo y al infierno cada cual por el camino que quiere". Para el francés Maurice Halimi, “la espiritualidad debe tener un lugar en la sociedad moderna, porque si no creemos que Dios tiene un proyecto en la tierra, no somos ni cristianos, ni judíos, ni musulmanes”. “Todas las culturas son iguales. No hay unas mejores que otras”.
La sociedad democrática no puede ser teocéntrica porque son términos contradictorios. Cuando la religión deja de ser el centro de la vida social es posible la sociedad democrática. La religión no tiene que desaparecer, simplemente debe dejar de ser el centro para que pueda existir la sociedad democrática, permitiendo quedar relegada al plano de lo privado de cada individuo y su familia, pasa a ser un derecho de cada uno.
Para que la religión sea vista como un derecho no solo es necesario la tolerancia del poder, sino también que el individuo renuncie a la religión como centro de la sociedad. La diferencia entre un fanático y un religioso, es que para el fanático la religión no es un derecho sino un deber para él y para todos los demás. Y además él considera que tiene el deber de hacer que los demás cumplan ese deber. La religión tiene derecho a decir que es pecado pero no a decir que es delito. La Iglesia católica en España refiere una persecución por el movimiento laico, pero no puede considerar persecución si el Estado le da simplemente el mismo trato que al resto de organizaciones religiosas.
La sociedad y el estado que la representa deben ser tolerantes en el aspecto religioso, por lo que no sería constitucional tener una religión oficial del estado, ni tener concordatos con alguna de las iglesias presentes en el territorio colombiano, pues esto obligaría a muchos individuos a ser educados en las escuelas en una religión que no profesan o a ser rechazados por algunas instituciones educativas por no pertenecer a la comunidad religiosa “oficial”. El estado debe procurar una educación sobre contenidos verificables y valores aceptados para que cada cual sea libre de elegir su propia religión. El laicismo no es capaz de generar una paz perpetua pero sí ha permitido una cierta capacidad de tolerancia. Será, pues, una tarea ardua aprovechar las instancias de la tolerancia para propiciar el equilibrio que la sociedad colombiana actual requiere.

EDUCACION LAICA

En las últimas dos décadas ha sido notable el cambio que se plantó en la educación, según la constitución de 1991; las personas que ya son adultas jóvenes y que se han formado bajo un criterio de librepensamiento, son las que están terminando su educación básica con los principios de de libertad y tolerancia, en la mayoría de los casos de educación pública y algunos en la privada.

Estos jóvenes de transición, han mostrado mayor tolerancia que sus padres y tutores a muchos de los cambios que se están presentando en la actualidad, con criterios más abiertos y liberales, respetando a sus congéneres, conviviendo con personas de diferentes credos, razas, filiaciones políticas y preferencias sexuales, demostrando que lo importante es la razón y el pensamiento, quitando de en medio los prejuicios que existían.

Esto ha demostrado una disminución del poder de la religión sobre el pensamiento humano, quienes están encontrando respuestas a muchas preguntas por fuera de las instituciones clericales, disminuyendo así la influencia limitante antigua.

Sin embargo, quienes están manejando las políticas actuales del gobierno en cuanto a la educación se refiere, son aquellas personas que fueron formadas con el régimen antiguo, conservador y absolutista impuesto por los acuerdos entre los patriarcas de la iglesia y los gobiernos anteriores. Son ellos quienes presentan vacíos en su formación, comparativamente con los jóvenes actuales y quieren llenarles ese espacio con las respuestas que tenían, sin hacer un esfuerzo adicional para evolucionar su pensamiento y ponerlo acorde con la libertad de pensamiento que persigue desde hace mucho tiempo la humanidad.

Dentro de ese grupo de personas, afortunadamente, existen quienes están haciendo el cambio y defienden los principios humanos y su derecho a la libertad, permitiendo que la educación religiosa se mantenga en el carácter privado y alejando esto de la formación educativa general, evitando que se imponga la religión como cátedra obligatoria en la educación moderna, como lo lideran grupos como el Opus Dei. En sus colegios privados pueden hacer los ajustes que deseen, pero por favor, no se debe permitir su influencia alienante y oscura en la educación pública.

Sin lugar a dudas, es la educación de los niños y adolescentes la que determinará la coherencia de los futuros adultos y por tanto de la sociedad futura. Por eso, por el bien de la sociedad santandereana y colombiana, reivindicaremos una escuela que forme de verdad, y no adoctrine, que defienda los valores científicos y democráticos, con principios de libertad y tolerancia que luche contra la discriminación y la exclusión; es decir: vamos a formar una escuela laica.

HACIA UNA ESPIRITUALIDAD SIN DOGMAS

Alvaro Alvarez Rivera
La semana que pasó estuve reunido con mis padres, miembros de la Asociación Racionalista del Paraguay (APRA), y conversamos sobre la limitación que producen los dogmas en el discernimiento del ser humano. Considero que el dogma y el pensamiento son dos caminos distintos, pero ambos se producen en la mente. El dogma, de cualquier tipo, religioso, político, social, es un sendero cerrado determinado absolutamente por la fe, es decir, creer sin ver, sin tener la capacidad de justificación o realización. Así, en el campo religioso un cristiano es o no es cristiano, no se puede concebir un medio cristiano. El dogma es absoluto o no es. En cambio es pensamiento, nuestra capacidad de discernir, es diferente.
Los librepensadores consideramos que el pensamiento es la cualidad más importante que tiene el hombre para progresar en todos los ámbitos de su vida. De esta forma, el razonamiento es un camino abierto, plural, deliberativo y por tanto adogmático. Sin embargo, a pesar de esta capacidad humana, cuando el hombre está sometido al miedo, no puede ser íntimamente libre ni generoso con los demás. Cuando tiene miedo, está totalmente privado de libertad y cerrado a los otros. Aquí se inicia el camino al sometimiento religioso. Los grandes maestros griegos, tanto de la tradición estoica como epicúrea, que son las dos grandes tradiciones griegas, decían a sus discípulos: "Mientras tengas miedo de la muerte, no podrás vivir una buena vida".
La filosofía, según el filósofo francés, autor de Aprender a vivir (Taurus), Luc Ferry, nació de ese miedo a la muerte, que con frecuencia no es solo miedo a la propia muerte sino también a la muerte de los seres queridos. Desde este punto de vista, las grandes filosofías, como El Espiritismo Kardeciano, o la Masonería, son una opción frente a las religiones. En su obra, el ex ministro de Educación del gobierno de Chirac, demuestra que las filosofías son también doctrinas de salvación. Doctrinas de salvación laicas, sin dioses, pero capaces de liberar al ser humano de los miedos que lo acosan. Con este enfoque, la cualidad principal de la filosofía es enseñar al hombre a superar los miedos que le impiden vivir bien y desarrollar una espiritualidad laica. Ayudar al hombre a vivir mejor, más libre, despojado de vanos temores, cargando en el espíritu solo unas pocas verdades razonablemente adquiridas.
El desafío está en llevar la filosofía laica al terreno de la vida cotidiana. "Aprender a vivir, a dejar de temer en vano los diversos rostros de la muerte o, simplemente, aprender a superar la banalidad de la vida cotidiana, las preocupaciones y el tiempo que pasa, éste fue el primer objetivo de las escuelas de la Antigüedad griega. Merece la pena escuchar su mensaje, porque las filosofías del pasado nos siguen hablando", escribe Ferry. Paso a paso el pensamiento modelará la existencia y estoy convencido que se puede aprender a vivir sin una doctrina religiosa desarrollando una sabiduría a medida.
Hay en nuestras vidas cosas que pasan para siempre: un divorcio, una mudanza, la pérdida de un empleo, la disputa con un amigo. Durante la vida hay experiencias de pequeñas muertes que nos hacen palpar lo irreversible del tiempo que pasa. Es algo muy angustiante. Una fórmula estoica para perder el miedo dice: "Sabio es aquel que lamenta un poco menos, que espera un poco menos y que ama un poco más". Nietzche retomará esta idea y la llamará "la inocencia del devenir". En pocas palabras, el sabio consigue reconciliarse con la vida cuando deja de relativizar el presente con los recuerdos del pasado o con las expectativas del porvenir.
En la angustia del ser humano es donde nace la idea de algún Dios, éstos suelen ser una excelente respuesta a la incertidumbre del hombre, un Dios que sea capaz de sacarlo de la situación en que se encuentra y conducirlo a un estadio de felicidad. Desde la antigüedad y aun en la actualidad no pocos seres humanos someten su vida al designio divino, esperando que ese dogma solucione su problema existencial. Este tipo de ser humano ignora que, como decía José Ingenieros (1877-1925), el hombre es el arquitecto de su propio destino y es su deber conocerse a sí mismo, deber que desde la antigüedad estaba escrito en la entrada del Oráculo de Delfos.
Ante el avance del pensamiento crítico, las bases del pensamiento religioso fueron fragilizadas por la presión del pensamiento racional. El espíritu crítico que nace con la democracia, con la Revolución Francesa, se basa en la idea de que es preciso cuestionar las tradiciones. Ese es el gesto de Descartes, de la Revolución Francesa y de todo el pensamiento moderno. Pero, según explica Luc Ferry en una nota publicada el sábado pasado en la revista de cultura del diario La Nación de Argentina, hay otra razón mucho más profunda. "La historia de Europa, de los Estados Unidos y de América Latina fue marcada por lo que Thomas Weber llamó "el desencanto del hombre" (el alejamiento de dios), no solo por el desarrollo del espíritu crítico, sino por una consecuencia inesperada de la aparición del capitalismo en los siglos XVIII y XIX.
Esta evolución, al alejarnos de la idea dogmática de Dios y dejar de ser creyentes en tal o cual religión, no significa que las cuestiones de espiritualidad no nos interesen. No hay que confundir moral o religión con espiritualidad. La Religión ya la tenemos ampliamente definida en nuestros trabajos anteriores, La moral es el respeto del otro, moral quiere decir derechos humanos. Cualquiera sea la moral que uno escoja, todas se basan en el respeto y la honestidad. Pero aunque seamos practicantes de una moral perfecta, respetuosos y honestos, igual seguiremos siendo humanos con sus consabidas consecuencias de la muerte de sus seres queridos, la vejez, tener un hijo enfermo. El duelo, el sufrimiento, la enfermedad, la vejez, la separación son consecuencias que dependen de la espiritualidad.
Para Luc Ferry los tres grandes ejes de reflexión en torno al desarrollo de una espiritualidad laica y moderna (teoría, moral y doctrina de la salvación) se plantean en términos completamente inéditos. En el terreno teórico, la cuestión de fondo es la integración del campo histórico. Para comprender el presente, es necesario darse una vuelta por las experiencias del pasado. La teoría filosófica actual, asegura, debería organizarse un poco sobre el principio del psicoanálisis: comprender el pasado como medio de entender el presente. En el plano ético, la moral contemporánea está representada por la universalización del sentimiento humanitario. La globalización de lo humanitario ha hecho estallar el marco tradicionalmente nacional de los derechos humanos. En el terreno espiritual, el problema al que estamos enfrentados en la actualidad es la cuestión de la muerte, en todas sus formas, concluye.
El hombre tiene la potencialidad de ser mejor, de construirse en todos sus ámbitos, pero no de impedir su muerte. Ante esta situación, el ser humano debería concentrarse en concretar en la Tierra el máximo desarrollo moral, intelectual y espiritual, condición para que pueda alcanzar la felicidad en una humanidad fraternalmente organizada.
Particularmente la construcción de una espiritualidad laica surge de la reflexión de nuestra finitud en la Tierra, de la incapacidad a lograr la inmortalidad tal como conocemos la vida, y de colocar al ser humano como centro del universo, pues al final todo está contenido en la naturaleza y por el momento nuestra ciencia no ha probado que existe o no existe vida fuera de ella. Así el hombre encuentra su estado divino, al formar parte de su universo conocido ya no necesita intermediación alguna para ser uno con él.
La espiritualidad no necesita del Papismo ni de toda su jerarquía para fortalecerse. Ellos constituyen la negación de la libertad en todas sus formas, son un sistema que pretende gobernar al ser humano por medio del espíritu, bajo un manto absolutista, el más contrario a la integridad espiritual y material del hombre.
Si el concepto de laicidad resulta incomprensible en el mundo anglosajón, tiene en cambio su traducción exacta en italiano, español y portugués. Ello se explica por la identidad religiosa de los países latinos, regidos durante largo tiempo por la religión católica, que aún ejerce una influencia cierta, y se vieron en la necesidad de tomar medidas conducentes a su emancipación.
La laicidad tiene dos acepciones esenciales: una social y otra filosófica. Pero posee también una dimensión espiritual.
Hija de las Luces, la idea laica, en germen durante los siglos XVI y XVII, se desarrolló durante el siglo XVII. Bajo la influencia de los masones de aquella época, se insertó el principio de la libertad de conciencia en el texto de la Constitución de los Estados Unidos, en 1787, antes de que fuera proclamado por la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, promulgara en Francia en 1789, de convertirse más tarde en universal. En ese sentido, el Concordato con Napoleón de 1806, limitó ya el poder de la Iglesia. En función de la intensidad de las fuerzas adversas, la laicidad ha tenido que ser, según los casos, combativa, incluso agresiva, defensiva o simplemente militante. Su edad de oro fue la III República Francesa. El hermano Jules Ferry, padre de Luc, hizo aprobar en 1882 la ley que establecía la gratuidad, la obligatoriedad y la laicidad de la instrucción pública.
La laicidad se ha convertido en una consigna que no puede comprenderse sino por oposición al clericalismo triunfante del siglo XIX, cuando la Iglesia trataba de dirigir los estados y de imponer directrices políticas cristianas. Para la mayoría republicana de comienzos del siglo XX, que contemplaba en Francia la separación de las Iglesias y del Estado mediante la ley de 9 de diciembre de 1905, no se trataba de ningún deseo de aplastar a las religiones, sino de limitar el poder de la Iglesia Católica, aliada de los monárquicos. La Ley de 1905 es explícita: "La República no reconoce (...) ningún culto (en particular)" (Art. 2). En lo sucesivo, no habría en Francia ninguna Iglesia con privilegios jurídicos y todas la Iglesias (presentes o futuras) son legales.
La laicidad es una facultad de carácter al mismo tiempo que una virtud moral y cívica, por ser nobles las cualidades de modestia, de sinceridad y de inteligencia que requiere. Siendo un principio moral, la laicidad es tolerancia y el respeto a los demás. Como signo de equilibrio interior, implica autonomía del pensamiento, sin recurrir a verdades tenidas por irrefutables e inverificables, como las que ofrecen las religiones. Se trata de una búsqueda leal y prudente de la verdad personal, al mismo tiempo que un esfuerzo sincero por reconocer en todo hombre una parte de la verdad, aunque sea un adversario. ¿No será, entonces, la laicidad uno de los aspectos del derecho a la diferencia, no limitado al color de la piel? Puesto que es una ética que respeta al hombre íntegramente, no puede dejar de respetar su ser interior en lo que tiene de más íntimo y, por ello no prohíbe ni la fe ni la oración. Más aún, no puede sino enriquecer, al tratar de comprender otras formas de pensamiento.
Por lo que respecta a la Religiosidad, ésta tiene también sus contrapartidas, como la consistente en negar la ciencia y tomar partido por lo irracional, confundiendo lo espiritual con lo irracional. Reconocer la existencia del Misterio es una cosa; pero pretendiendo alzar el velo que lo cubre se corre el riesgo de hundirse en lo sobrenatural, en la afición a adivinar, a los oráculos y a las demostraciones a posteriori, en cuantos casos el orgullo de unos pueda explotar la credulidad y la angustia de otros.
El término "espiritualidad" ha sido desvirtuado y conserva una connotación religiosa, cuando, en realidad, no implica necesariamente adhesión a una religión, ni la impide.
La espiritualidad no es una escapatoria de la realidad, sino que emana de la búsqueda de lo que puede estar tras lo aparente, de una busca de la verdad, de una aspiración a lo absoluto. Consiste en una vinculación con los valores que tienden hacia lo infinito, lo sagrado; es la vida interior, la marcha personal hacia lo bello, lo bueno, lo verdadero.
Cuando hablamos de espiritualidad laica, quiero aclarar que no nos involucramos en el nivel de las creencias. Espiritualidad laica quiere decir espiritualidad libre, ¿Y en qué consiste? La fortaleza en el desarrollo de una espiritualidad sin dogmas viene de la valoración del amor y la compasión. El amor y la compasión, por ejemplo, no tienen por qué estar relacionados con una religión. La idea es que podamos vivir en armonía y convivir sin problemas. La cuestión fundamental es la construcción de una sabiduría del amor. Entender la vida como una eterna construcción.
La ternura, el cariño, el afecto manifiesto en el tono de voz, en la mirada, en la caricia es el caldo de cultivo imprescindible para que se abran los corazones a la construcción de la vida. En nuestra educación muchas veces nos han enseñado a reprimir las emociones y los sentimientos verdaderos, y hay que desaprender, liberar el movimiento y el corazón, recuperar la sencillez y frescura para disfrutar un buen abrazo, y permitirse una caricia. El darla o solicitarla. El conocimiento de sí mismo es realmente ser espiritual. Conocerse, querer y quererse deben darse juntos para permitir una crecimiento en libertad y lograr una espiritualidad laica.

LAICISMO

El laicismo ha existido desde que fue acuñado este término por el clero desde el siglo primero por Clemente Romano, para referirse a las personas tanto hombres como mujeres, que no tenían órdenes clericales pero eran parte de la iglesia। Sin embargo, en la edad media fueron relegados a niveles inferiores puesto que eran calificados como iletrados e idiotas por el clero, ya que el conocimiento de la lectura y escritura estaba relegado solo a las personas que pertenecían a alguna orden religiosa y algunos nobles de altas jerarquías y adicionalmente, las mujeres no eran consideradas seres humanos sino fuente del pecado। Eran pues, los religiosos, quienes tenían la información y quienes la manejaban a su antojo para mantener el rebaño en control absoluto, incluso los poderes temporales del estado se subordinaban al poder absoluto que ejercía la iglesia católica en cabeza del papa y sus obispos. Esto afortunadamente fue cambiando, ya que el vulgo se fue instruyendo en las artes y ciencias, aprendiendo a leer y a escribir, fueron copiados libros y masificados por la imprenta, incluso aquellos prohibidos por el clero romano, permitiendo el surgimiento de una nueva clase de laicos, aquellos que se cuestionaban todo y querían encontrar la verdad a través del conocimiento, apareciendo diferentes corrientes y estilos artísticos en pintura, escultura y escritura, por medio de los cuales se podían comunicar corrientes filosóficas de pensamiento diferentes para la época y liberándose del yugo eclesiástico, a partir de las ideas griegas que lograron terminar el estado teocrático en una democracia en donde la sociedad se pregunta a si misma para darse su propio sentido. Esto se hizo mas patente cuando Felipe IV de Francia separó su estado de la influencia papal, afirmando que “en asuntos terrenales no estamos sujetos a nadie”, lo que condujo finalmente a la laicización del poder civil.

Este proceso, iniciado en los siglos XIII y XIV, se fue intensificando progresivamente con una separación de la iglesia católica hasta lograr una autonomía e independencia de las realidades humanas; que se vigorizó con la presencia de personajes como Copérnico, Galileo, Nicolás de Cusa, incluso Maquiavelo. Todo este esfuerzo de la sociedad burguesa y de algunos nobles que comprendían el tema permitieron al hombre común a conocerse a sí mismo, como un ser que se puede perfeccionar a través del estudio, la inteligencia y el conocimiento, lo que se convierte en el fundamento de la doctrina laica. Los grandes pensadores empiezan a tener influencia sobre el pensamiento de la sociedad naciente en conceptos de libertad, fraternidad, igualdad y democracia, lo que permite que el individuo sea el objeto del estado y a su vez el estado el centro del individuo. La racionalidad que aporta el laicismo naciente tiene la capacidad de generar esperanza. Ésta, según Ignasi Boada, está relacionada con “la búsqueda de la paz universal frente a la violencia; la búsqueda de la verdad frente a la superstición y la búsqueda de la libertad y la responsabilidad individual”.

En Colombia este proceso de laicización se inicia durante el fenómeno de Independencia, con la traducción de los derechos del hombre y la proliferación de su lectura entre la sociedad joven de este país, la mayoría letrados y científicos educados en Europa, especialmente en Francia, quienes se cuestionan sobre la autoridad ejercida por el Rey y la iglesia. Sin embargo, luego de haberse logrado la independencia completa, solo el Estado Soberano de Santander logra realizar una constitución eminentemente laica; durante su creación, se logra realizar una separación completa del poder temporal del estado de la influencia de la iglesia católica; religión no predominante sino única en este país en ese momento. Pero el poder central de la recién creada república impidió que este tipo de federalismo prosperara y terminó siendo apagada la llama laica, parcialmente, por la constitución de 1885, en donde se veía claramente la influencia de la religión católica en su desarrollo y apareciendo dicha religión como oficial del estado colombiano, por lo que se volvió obligatorio en la escuela pública recibir la cátedra de religión de manera obligatoria y se fue creando el rebaño de jóvenes colombianos de finales del siglo XIX y principios del XX con esta rígida mentalidad; sin embargo, algunos de estos jóvenes, sobre todo aquellos que podían tener acceso a literatura “prohibida”, empezaron a cuestionar ese poder absoluto que les tenían y realizaron un primer movimiento laico de hombres de pensamiento libre, que desde el siglo XIX venía formándose, a través de la masonería principalmente. Además, y desde ese entonces, la mujer empezó a tener un papel importante en el nuevo desarrollo del pensamiento liberal, ya que ellas eran las que mayor discriminación presentaba no solo por la iglesia sino por el estado también, pues fue solo hasta terminando la primera mitad del siglo XX cuando ellas pudieron tener derecho al sufragio y a acceder mas abiertamente a la educación superior, por sus capacidades intelectuales y físicas, demostrando todo el potencial reprimido durante siglos.

En Bucaramanga, Santander, por motivación de la masonería regional, se inició la construcción del Panteón en el Cementerio Universal en 1934, que permitió un entierro digno de las personas no católicas; al inicio de los años 50, Ramiro Blanco Suárez con la colaboración de Alfonso Gómez Gómez, dos personas influyentes en el departamento y muchos otros, llevaron a cabo la creación del Instituto Caldas, un colegio cuyo objetivo era brindar una educación no religiosa y dar cabida a quienes por no ser hijos de católicos les era negada la entrada a los planteles religiosos predominantes, presentando los principios laicos y librepensadores. Con la ayuda de Armando Puyana, quien se había unido al proyecto del colegio, se realizó la creación de la Universidad Autónoma de Bucaramanga, la cual se estructuró poco tiempo después con los mismos principios de libertad de pensamiento y separación de la influencia religiosa en los asuntos terrenales.

Esto, luego de muchos conflictos civiles, algunos de gran envergadura, permitieron que se pudiera cambiar los principios constitucionales del país por medio de la nueva constitución política en 1991, con fundamento librepensador y de igualdad entre razas y religiones, dando también importancia a los grupos minoritarios del país como al sector indígena y a los afrocolombianos.

Esta constitución le permitió al país a liberarse de la influencia de la iglesia católica en la educación, quitando la obligatoriedad de las cátedras religiosas cristianas católicas en la escuela y permitiendo que personas pertenecientes a otras corrientes religiosas pudieran estudiar en estos planteles. Esto se ha visto un poco alterado con las políticas recientes del gobierno actual, quien pretende volver a institucionalizar la cátedra de religión, específicamente la católica, como obligatoria dentro de las instituciones educativas, sembrando nuevamente y sutilmente la segregación y la discriminación religiosa dentro del alumnado.

Aquí aparece el movimiento laico, como patrocinador de la libertad y la tolerancia dentro de la comunidad civil, ya que es éste el encargado de difundir en la población estos criterios para llegar a construir una sociedad en donde se pueda convivir entre personas de diferentes géneros, credos, razas, filiación política, estados sociales, niveles de escolaridad, nacionalidad, etc।, en donde se de importancia a la opinión particular con objetivos sociales comunes, dejando de lado solo para lo privado la parte espiritual y religiosa.

Para poder conseguir esta sociedad ideal laica, es necesario empezar a sembrar en las mentes en formación estos conceptos de libertad, igualdad y tolerancia; es hacia los niños y jóvenes de nuestra sociedad, quienes están abiertos y sin prejuicios, a donde tenemos que volcar nuestra atención para evitar en ellos la creación de alienaciones mentales y la influencia de adultos limitados y recalcitrantes religiosos y que puedan ver su futuro con una nueva luz, que ilumine sus caminos y les permitan en su generación, crear la sociedad laica ideal, para que puedan vivir en paz, libertad y armonía unos con otros, como una hermandad humana, o sea simplemente habitantes del mundo.

Es por esto y buscando sembrar estos conceptos ideales de igualdad, tolerancia, libertad de pensamiento y democracia, que en Bucaramanga se creó la Fundación ILEC Oriente, la cual se encuentra en la fase de evaluación de proyectos por un lado de beneficio comunitario, de salud, campañas de defensa de los derechos humanos y por otro lado educacionales con el fin de fundar en corto y mediano plazo, instituciones educativas en todos su niveles, que le permita a la población santandereana y de todo Colombia, sin importar la raza, género, filiación política y religiosa, acceder a estos servicios y a una educación media y superior de alta calidad y puedan salir seres humanos libres y en convivencia con la sociedad, que tiendan a construir por sus vivencias y ejemplos una sociedad mejor cada día en un estado eminentemente laico.
कार्लोस एडुँर्दो मेस्त्रे अ।
दिरेक्टोर Ejecutivo