domingo, 26 de junio de 2011

Colombia Laica ?

EL ESPECTADOR, 12.06.11

EXORCISMOS

Por Humberto de la CALLE

Dice el noticiero oficial de la Cámara de Representantes que de cada cinco posesiones demoníacas, sólo una es auténtica.

Los otros cuatro casos obedecen a problemas mentales. Y como prueba irrefutable de esta aseveración, difunde el testimonio de un ilustre prelado especializado en exorcismos.

Hasta donde sabemos, los canales del Congreso tienen como finalidad difundir las hazañas de esa corporación. Uno entiende el deseo de los periodistas que manejan estos noticieros de salirse del esquema ladrillo y tratar de ponerle un poco de pimienta al asunto. Pero en este caso, una noticia de ese jaez viola la Constitución. Primero que todo, el noticiero de la Cámara es doblemente oficial. En efecto, es una concesión sobre el espectro electromagnético que es propiedad colectiva en cabeza del Estado. Y en segundo lugar, es la voz legalmente autorizada de la Cámara.

El contenido de la noticia se conecta con creencias religiosas pertenecientes a la Iglesia Católica. Respetables sí. Pero que no pueden constituirse en voz de una entidad pública, menos aún de una Cámara que se supone el más pluralista de los escenarios. Muchos colombianos no creen en el demonio. Piensan que no existe tal cosa que se llame exorcismo. El Estado respeta las creencias, trata a todas las religiones por igual, también a los ateos. Pero no toma partido. Esta publicación es tan violatoria de la Constitución como si se hubiera dicho lo contrario: que está probado que el diablo no existe o que el exorcismo no pasa de ser una patraña.

En mi opinión, no es cierto como suele decirse que la Constitución adoptó en Colombia un estado laico. Lo que hizo fue poner en vigor un Estado aconfesional. Respeta las religiones y la libertad de cultos, pero actúa en pie de igualdad frente a las diversas creencias. La diferencia es sutil pero clara: en Colombia, a diferencia de Francia, no podría condenarse el velo islámico como símbolo religioso. Pero esa es harina de otro costal.

No había terminado de reponerme del desagrado de ver en televisión esa noticia, cuando vino algo peor:

Con toda seriedad, no se ría amable lector, se aseveró que estaban descubriendo una droga para curar la homosexualidad. También hay aquí una agresión al Estado de derecho, porque devuelve a los homosexuales a la condición de enfermos. Y por este camino, de nuevo al gueto de los pervertidos, apestados y marginados sociales.

Desde mi perspectiva heterosexual protesto vivamente. No hay derecho a que a estas alturas una publicación oficial del Congreso de Colombia insulte de esa manera a ciertas personas simplemente por tener una identidad sexual distinta a la mayoría.

Volviendo al principio, los servidores públicos tienen derecho a tener sus creencias religiosas. También podrían no tenerlas. Lo que no está bien es que alardeen de ellas a través de actuaciones oficiales, como si quisieran enviar un mensaje proselitista subliminal. Es una tendencia que se viene abriendo paso de manera preocupante. Inmediatamente después de la expedición de la Constitución, este criterio quedó claro y fue cumplido severamente por los funcionarios.

No es bueno cambiar ahora de idea y politizar las creencias religiosas.

sábado, 14 de mayo de 2011

El Reto del Laicismo en Colombia

Aunque no como movimiento, el Laicismo ha existido desde siempre en la historia de la humanidad, y quienes usaron primero ese término fueron los griegos para referirse al “pueblo”, a aquellas personas que no estaban participando en el gobierno de las ciudades estado. Hablaremos de este y otros aspectos de diferentes movimientos que han tenido influencia en el desarrollo y la evolución del pensamiento laicista occidental.

Fue hasta que Clemente Romano en el siglo primero de esta era vul.·., cuando los obispos, grandes patriarcas de la iglesia, con grandes egos, quisieron diferenciarse de aquellas personas que no tenían órdenes clericales, acuñando el término laico en el vocabulario de occidente. El pueblo de entonces se discriminó como iletrado e idiota, mas aún, se relegó a la mujer a una condición no humana y fuente de pecado, confirmado en el concilio de Nicea en el 324 e.·.v.·., quitando la importancia relevante que le había dado el movimiento cristiano naciente en los primeros años. El conocimiento y la información del mundo eran manejados por la iglesia cristiana católica en este hemisferio, sumiendo a la humanidad en un oscurantismo y demorando la evolución del pensamiento por largos siglos; algo similar está ocurriendo en algunos regimenes totalitarios hoy día en diferentes partes de nuestro hogar, el planeta tierra.

El desarrollo económico en Europa, sin dejar atrás la permanencia de sectas gnósticas en el Langedoc, permitieron la aparición de laicos letrados, con pensamiento propio, que cuestionaron la transmisión de la información por el clero; tuvieron acceso a literatura prohibida, por la religión obviamente, e iniciaron un cambio en el pensamiento y la filosofía, el que tuvo que transmitirse secretamente a través se símbolos en la arquitectura y las artes, así como la literatura, hasta que logró estallar, como una bomba a presión sin válvulas de escape, a la iluminación y al renacimiento de todas las artes y por ende al pensamiento, gracias burgueses que patrocinaron este cambio.

Algunos de los protagonistas de esta historia se reunieron en pequeñas cofradías que dieron nacimiento a instituciones reglamentadas como la masonería, que expandieron, no el conocimiento, sino la semilla del librepensamiento, la tolerancia y la igualdad de las personas; fueron el crisol del desarrollo del pensamiento laicista en occidente.

Antes de continuar esta corta disertación, es necesario hacer un comentario acerca de la terminología para evitar confusiones. Esto fue tratado en el último congreso masónico nacional, celebrado en la ciudad de Bucaramanga, en octubre de 2009; el asunto: el término “laico”, puesto que vulgarmente refiere a aquellas personas que no tienen ordenes clericales pero están involucradas con alguna iglesia, por lo que se debe usar el término “laicista” para referirnos a las personas o grupos de personas que estamos dedicados a la difusión y la defensa de los principios que permiten la separación de las influencias religiosas y eclesiásticas sobre el Estado y los asuntos terrenales, mesa que fue dirigida por ilustres hermanos como Ramiro Arteta, Luis Eduardo Franco y también por el autor.

Luego de este paréntesis, podemos tomar el hilo histórico, muy resumido por cierto, del laicismo en occidente. Como dije anteriormente, la influencia religiosa sobre el poder temporal del Estado, que siempre ha limitado y lentificado su desarrollo, tomando esta espada al servicio propio. Gran ejemplo son “las cruzadas”, sangrientas, injustas e intolerantes como la persecución de los cataros, simplemente por tener un pensamiento propio diferente al que promulgaba Roma y dominar una región rica al sur de Francia como era el país d’oc. Tanta era la necesidad de poder sobre todas las cosas del planeta, que además de esconder el saber antiguo y censurar el conocimiento, crearon en esa cruzada, en la propia Europa, la inquisición por idea de un fraile, que creó una orden religiosa para llevar a cabo los atropellos mas oscuros y crueles que hayan existido en la historia de la iglesia romana, cuyo mayor desarrollo enfermizo lo tuvo en los reinos de Castilla, Aragón y Portugal, expandido también a sus colonias en la India, África y América.

Esta gran represión sirvió para que se fuera formando un grupo de personas, en diferentes latitudes y en un mismo tiempo de la historia, influidas por el pensamiento de Bacon, Giordano Bruno, Michel de Montaigne con su filosofía escéptica, Erasmo de Rotterdam, el humanista Juan Luis Vives entre muchos otros, algunos católicos, otros dentro de la reforma; todos librepensadores que cuestionaban la filosofía Aristotélica transmitida como única verdad hasta entonces, sin demeritar para nada a Aristóteles.

Esto, finalmente promovió la aparición de ideas liberales, de tolerancia y de igualdad que terminaron en movimientos revolucionarios en Europa y en las colonias inglesas y españolas en América. Sin embargo, la iglesia como un camaleón, supo mimetizarse dentro de estos movimientos para mantener el poder político en América, ya que no lo pudo conseguir en Francia, donde su revolución, liderada por grandes pensadores como Voltaire, fue también anticlerical. Esta influencia eclesiástica fue tan marcada que se puede constatar al leer las constituciones de diferentes países, como en nuestra Colombia, en donde figura el concordato con el papado romano en la constitución de 1886, constitución que dirigió al país durante ciento cinco años. A pesar de estas prohibiciones constitucionales a otros cultos y doctrinas, la masonería bumanguesa por su parte, logró la construcción de un cementerio universal, que permitió una decente sepultura a quienes no profesaran la doctrina cristiana y, la creación de un colegio (el Instituto Caldas) y una universidad (la UNAB), en donde se tenía acceso a una educación sin la influencia religiosa, dominante en todo el país. Hasta que en 1991 se cambió por una constitución más laicista, plural y equitativa, aunque no lo demuestre el accionar de los dirigentes que hemos tenido el privilegio de haber elegido para la gran magistratura.

Otro ejemplo de esto es Chile, en su constitución anterior, en el título II reza: “La religión católica, apostólica y romana, es la única y exclusiva del estado de Chile… no permitirán jamás otro culto público ni doctrina contraria a la de Jesucristo”, mas clara la intervención en el estado no puede ser. Luego de un gran proceso de pensamiento político y cultural, se logra la separación del estado y la iglesia, apareciendo en su nueva constitución en el artículo 10 la referencia hacia la libertad de conciencia, de creencia y el ejercicio libre de todos los cultos.

Esto no se vivió en otros países americanos como en los Estados Unidos, pues desde el primer momento, la constitución defendió la libertad y la separación de la influencia religiosa en el estado en la primera enmienda en 1791, en donde refieren que “el congreso no hará ley alguna por la que se adopte una religión como oficial del estado o se prohíba practicarla libremente o que coarte la libertad de palabra o imprenta, o el derecho del pueblo a reunirse pacíficamente…”

Este devenir del desarrollo político en diferentes países, logró producir una reacción de la iglesia. La aparición de movimientos de pensamiento laicista, ha hecho que Roma escriba bulas condenando la separación del estado y la iglesia, Pio IX, León XIII, Pio X, manifestaron que este movimiento era falso y pernicioso, pero mas agresivo fue Pio XI, quien refirió que “la peste de nuestra época es el llamado laicismo, con sus errores e iniciativas criminales”. ¿Criminales por usar la espada de la palabra, oral y escrita, para cortar el cordón que unía la influencia eclesiástica al estado?

Con todo este preámbulo, podemos definir el significado del laicismo en la actualidad, tomando como base lo explicado por Albert Bayet, quien señala al laicismo como “la idea de que todos los seres humanos, sean cuales fueren sus creencias religiosas o sus pensamientos filosóficos, pueden y deben vivir en común dentro del respeto por la verdad demostrada y en la práctica de la fraternidad”. A esto debemos añadir que el laicismo debe ser garante de la dignidad de la persona y de los derechos humanos, del librepensamiento, de la libertad de expresión, de la igualdad y la equidad. Esto implica que todo ser humano debe aplicar los valores de libre examen, la emancipación, el rechazo a la exclusión o discriminación de cualquier clase, la tolerancia, la responsabilidad, la cultura ciudadana, la democracia, la solidaridad y el respeto a la diversidad, para lograr el gran sueño, realizable, de un estado laicista: la convivencia en paz, orden y armonía.

Dentro de todo este entramado, se asoman todos los valores y principios masónicos de libertad, igualdad, fraternidad y tolerancia, y por lo tanto debemos considerarnos unos verdaderos laicistas; lo que nos pone por delante la responsabilidad de proyectar hacia la sociedad que nos rodea, mediante el ejemplo y la educación, todos los aspectos que puedan hacernos y hacerlos, una mejor persona con la familia, con la comunidad, con el estado y con el mundo.

Ese es nuestro reto hoy, educarnos nosotros mismos desde nuestro seno en las escuelas masónicas para proyectar de una manera coherente una educación a la comunidad, plural, colaborativa y equitativa, que les permita a los jóvenes la formación de un pensamiento sin discriminaciones, competente, liberal, con la seguridad de poder practicar su espiritualidad privadamente sin censuras ni influencias. Pongo como ejemplo los objetivos propuestos en la Fundación ILEC Capítulo Oriente, creada el diez de abril de 2007:

ARTICULO 5: La FILEC CAPITULO ORIENTE tendrá como objeto la promoción del Estado Laico impulsando la libertad de los cultos religiosos y defendiendo la imparcialidad del Estado frente a las confesiones religiosas. Dentro de este propósito, tendrá como estrategias la educación en todas sus modalidades, la salud y las artes en todas las expresiones, la aplicación y desarrollo de nuevas tecnologías y la formación integral del ser humano sin distingo de su condición social o económica, raza, sexo, religión, filiación política o nacionalidad.”, y cuyo primer fin específico es “Apoyar todas las actividades individuales y/o colectivas en sus distintas expresiones que busquen la defensa y aplicación del Estado Laico.

Desde entonces hemos trabajado por esto e iniciamos la educación sobre laicismo a nuestros HH.·. en el Or.·. de Bucaramanga, primero, a través de un diplomado sobre “Laicismo y Cultura Política” en donde se trataron tema como la historia y filosofía del laicismo, aparición de la cultura laica en Colombia, derechos humanos, identidad nacional, historia de las constituciones políticas en el país, conflictos armados en Colombia, valores y democracia, partidos políticos y grupos de presión entre muchos otros importantes para el desarrollo del pensamiento laico en nuestro medio; y luego, con cursos de educación continuada sobre laicismo en la Escuela Masónica de nuestra Gr.·. Log.·., con conferencias como laicismo y familia, historia de laicismo y composición de un estado laico. Se tiene un objetivo a mediano plazo que es la creación de instituciones de educación básica y superior con una visión laicista, que permita el desarrollo mental, librepensador y tolerante, en las semillas de la futura sociedad colombiana, nuestros hijos y nuestros nietos, para que puedan crear y tener a su alrededor una sociedad mas cordial con el prójimo, el medio ambiente y el estado; mas acorde entonces, con el ideal de una sociedad justa, descartando completamente el interés personal y egoísta que supera a la comunidad actualmente. Para realizar este sueño es necesario tener recursos económicos importantes, para lo cual buscaremos solidaridad fraterna en fundaciones que crean en este proyecto.

Gracias.

Cartagena, Mayo de 2011

Bibliografía:

  1. Bayet Albert. La Moral de la Ciencia. Editorial Losada. Argentina. 1945
  2. Crepon Pierre. Los Evangelios Apócrifos. Intermedio Ed. Bogotá. 2001
  3. Fundación ILEC Capítulo Oriente. Estatutos. 2007
  4. Green Toby. La Inquisición: El Reino del Miedo. Ediciones B. Barcelona. 2007
  5. Grollet Philippe. Los Valores del Laicismo y su Transformación en Proyectos de Acción Concreta. Conferencia en el Seminario ILEC, Santiago de Chile. 2001
  6. Jans Sebastián. La Historia del laicismo en Chile. Web: http://forocristiano.iglesia.net/showthread.php/25296-Las-leyes-laicas-chilenas-FRENTE-a-la-oscuridad-romana-de-la-ICAR
  7. Mantilla Rodolfo. El Laicismo en Colombia. Rev. Cúbica. No. 2 marzo, abril, mayo. 2010. p. 10
  8. Mestre Carlos Eduardo. Laicismo en el Siglo XXI. Rev. Cúbica. No. 2 marzo, abril, mayo. 2010. p. 43
  9. Mestre Carlos Eduardo. Laicismo y Familia: una evolución ética. Rev. Cúbica. No. 2 marzo, abril, mayo. 2010. p. 59
  10. O’shea Stephen. Los Cátaros. Ediciones B. Barcelona. 2010
  11. Vera Alhim. Laicismo y Educación. Rev. Cúbica. No. 2 marzo, abril, mayo. 2010. p. 39

El Reto del Laicismo en Colombia

Carlos Eduardo Mestre A., Dir Ejecutivo

Cartagena, Mayo de 2011

Aunque no como movimiento, el Laicismo ha existido desde siempre en la historia de la humanidad, y quienes usaron primero ese término fueron los griegos para referirse al “pueblo”, a aquellas personas que no estaban participando en el gobierno de las ciudades estado. Hablaremos de este y otros aspectos de diferentes movimientos que han tenido influencia en el desarrollo y la evolución del pensamiento laicista occidental.

Fue hasta que Clemente Romano en el siglo primero de esta era vul.·., cuando los obispos, grandes patriarcas de la iglesia, con grandes egos, quisieron diferenciarse de aquellas personas que no tenían órdenes clericales, acuñando el término laico en el vocabulario de occidente. El pueblo de entonces se discriminó como iletrado e idiota, mas aún, se relegó a la mujer a una condición no humana y fuente de pecado, confirmado en el concilio de Nicea en el 324 e.·.v.·., quitando la importancia relevante que le había dado el movimiento cristiano naciente en los primeros años. El conocimiento y la información del mundo eran manejados por la iglesia cristiana católica en este hemisferio, sumiendo a la humanidad en un oscurantismo y demorando la evolución del pensamiento por largos siglos; algo similar está ocurriendo en algunos regimenes totalitarios hoy día en diferentes partes de nuestro hogar, el planeta tierra.

El desarrollo económico en Europa, sin dejar atrás la permanencia de sectas gnósticas en el Langedoc, permitieron la aparición de laicos letrados, con pensamiento propio, que cuestionaron la transmisión de la información por el clero; tuvieron acceso a literatura prohibida, por la religión obviamente, e iniciaron un cambio en el pensamiento y la filosofía, el que tuvo que transmitirse secretamente a través se símbolos en la arquitectura y las artes, así como la literatura, hasta que logró estallar, como una bomba a presión sin válvulas de escape, a la iluminación y al renacimiento de todas las artes y por ende al pensamiento, gracias burgueses que patrocinaron este cambio.

Algunos de los protagonistas de esta historia se reunieron en pequeñas cofradías que dieron nacimiento a instituciones reglamentadas como la masonería, que expandieron, no el conocimiento, sino la semilla del librepensamiento, la tolerancia y la igualdad de las personas; fueron el crisol del desarrollo del pensamiento laicista en occidente.

Antes de continuar esta corta disertación, es necesario hacer un comentario acerca de la terminología para evitar confusiones. Esto fue tratado en el último congreso masónico nacional, celebrado en la ciudad de Bucaramanga, en octubre de 2009; el asunto: el término “laico”, puesto que vulgarmente refiere a aquellas personas que no tienen ordenes clericales pero están involucradas con alguna iglesia, por lo que se debe usar el término “laicista” para referirnos a las personas o grupos de personas que estamos dedicados a la difusión y la defensa de los principios que permiten la separación de las influencias religiosas y eclesiásticas sobre el Estado y los asuntos terrenales, mesa que fue dirigida por ilustres hermanos como Ramiro Arteta, Luis Eduardo Franco y también por el autor.

Luego de este paréntesis, podemos tomar el hilo histórico, muy resumido por cierto, del laicismo en occidente. Como dije anteriormente, la influencia religiosa sobre el poder temporal del Estado, que siempre ha limitado y lentificado su desarrollo, tomando esta espada al servicio propio. Gran ejemplo son “las cruzadas”, sangrientas, injustas e intolerantes como la persecución de los cataros, simplemente por tener un pensamiento propio diferente al que promulgaba Roma y dominar una región rica al sur de Francia como era el país d’oc. Tanta era la necesidad de poder sobre todas las cosas del planeta, que además de esconder el saber antiguo y censurar el conocimiento, crearon en esa cruzada, en la propia Europa, la inquisición por idea de un fraile, que creó una orden religiosa para llevar a cabo los atropellos mas oscuros y crueles que hayan existido en la historia de la iglesia romana, cuyo mayor desarrollo enfermizo lo tuvo en los reinos de Castilla, Aragón y Portugal, expandido también a sus colonias en la India, África y América.

Esta gran represión sirvió para que se fuera formando un grupo de personas, en diferentes latitudes y en un mismo tiempo de la historia, influidas por el pensamiento de Bacon, Giordano Bruno, Michel de Montaigne con su filosofía escéptica, Erasmo de Rotterdam, el humanista Juan Luis Vives entre muchos otros, algunos católicos, otros dentro de la reforma; todos librepensadores que cuestionaban la filosofía Aristotélica transmitida como única verdad hasta entonces, sin demeritar para nada a Aristóteles.

Esto, finalmente promovió la aparición de ideas liberales, de tolerancia y de igualdad que terminaron en movimientos revolucionarios en Europa y en las colonias inglesas y españolas en América. Sin embargo, la iglesia como un camaleón, supo mimetizarse dentro de estos movimientos para mantener el poder político en América, ya que no lo pudo conseguir en Francia, donde su revolución, liderada por grandes pensadores como Voltaire, fue también anticlerical. Esta influencia eclesiástica fue tan marcada que se puede constatar al leer las constituciones de diferentes países, como en nuestra Colombia, en donde figura el concordato con el papado romano en la constitución de 1886, constitución que dirigió al país durante ciento cinco años. A pesar de estas prohibiciones constitucionales a otros cultos y doctrinas, la masonería bumanguesa por su parte, logró la construcción de un cementerio universal, que permitió una decente sepultura a quienes no profesaran la doctrina cristiana y, la creación de un colegio (el Instituto Caldas) y una universidad (la UNAB), en donde se tenía acceso a una educación sin la influencia religiosa, dominante en todo el país. Hasta que en 1991 se cambió por una constitución más laicista, plural y equitativa, aunque no lo demuestre el accionar de los dirigentes que hemos tenido el privilegio de haber elegido para la gran magistratura.

Otro ejemplo de esto es Chile, en su constitución anterior, en el título II reza: “La religión católica, apostólica y romana, es la única y exclusiva del estado de Chile… no permitirán jamás otro culto público ni doctrina contraria a la de Jesucristo”, mas clara la intervención en el estado no puede ser. Luego de un gran proceso de pensamiento político y cultural, se logra la separación del estado y la iglesia, apareciendo en su nueva constitución en el artículo 10 la referencia hacia la libertad de conciencia, de creencia y el ejercicio libre de todos los cultos.

Esto no se vivió en otros países americanos como en los Estados Unidos, pues desde el primer momento, la constitución defendió la libertad y la separación de la influencia religiosa en el estado en la primera enmienda en 1791, en donde refieren que “el congreso no hará ley alguna por la que se adopte una religión como oficial del estado o se prohíba practicarla libremente o que coarte la libertad de palabra o imprenta, o el derecho del pueblo a reunirse pacíficamente…”

Este devenir del desarrollo político en diferentes países, logró producir una reacción de la iglesia. La aparición de movimientos de pensamiento laicista, ha hecho que Roma escriba bulas condenando la separación del estado y la iglesia, Pio IX, León XIII, Pio X, manifestaron que este movimiento era falso y pernicioso, pero mas agresivo fue Pio XI, quien refirió que “la peste de nuestra época es el llamado laicismo, con sus errores e iniciativas criminales”. ¿Criminales por usar la espada de la palabra, oral y escrita, para cortar el cordón que unía la influencia eclesiástica al estado?

Con todo este preámbulo, podemos definir el significado del laicismo en la actualidad, tomando como base lo explicado por Albert Bayet, quien señala al laicismo como “la idea de que todos los seres humanos, sean cuales fueren sus creencias religiosas o sus pensamientos filosóficos, pueden y deben vivir en común dentro del respeto por la verdad demostrada y en la práctica de la fraternidad”. A esto debemos añadir que el laicismo debe ser garante de la dignidad de la persona y de los derechos humanos, del librepensamiento, de la libertad de expresión, de la igualdad y la equidad. Esto implica que todo ser humano debe aplicar los valores de libre examen, la emancipación, el rechazo a la exclusión o discriminación de cualquier clase, la tolerancia, la responsabilidad, la cultura ciudadana, la democracia, la solidaridad y el respeto a la diversidad, para lograr el gran sueño, realizable, de un estado laicista: la convivencia en paz, orden y armonía.

Dentro de todo este entramado, se asoman todos los valores y principios masónicos de libertad, igualdad, fraternidad y tolerancia, y por lo tanto debemos considerarnos unos verdaderos laicistas; lo que nos pone por delante la responsabilidad de proyectar hacia la sociedad que nos rodea, mediante el ejemplo y la educación, todos los aspectos que puedan hacernos y hacerlos, una mejor persona con la familia, con la comunidad, con el estado y con el mundo.

Ese es nuestro reto hoy, educarnos nosotros mismos desde nuestro seno en las escuelas masónicas para proyectar de una manera coherente una educación a la comunidad, plural, colaborativa y equitativa, que les permita a los jóvenes la formación de un pensamiento sin discriminaciones, competente, liberal, con la seguridad de poder practicar su espiritualidad privadamente sin censuras ni influencias. Pongo como ejemplo los objetivos propuestos en la Fundación ILEC Capítulo Oriente, creada el diez de abril de 2007:

ARTICULO 5: La FILEC CAPITULO ORIENTE tendrá como objeto la promoción del Estado Laico impulsando la libertad de los cultos religiosos y defendiendo la imparcialidad del Estado frente a las confesiones religiosas. Dentro de este propósito, tendrá como estrategias la educación en todas sus modalidades, la salud y las artes en todas las expresiones, la aplicación y desarrollo de nuevas tecnologías y la formación integral del ser humano sin distingo de su condición social o económica, raza, sexo, religión, filiación política o nacionalidad.”, y cuyo primer fin específico es “Apoyar todas las actividades individuales y/o colectivas en sus distintas expresiones que busquen la defensa y aplicación del Estado Laico.

Desde entonces hemos trabajado por esto e iniciamos la educación sobre laicismo a nuestros HH.·. en el Or.·. de Bucaramanga, primero, a través de un diplomado sobre “Laicismo y Cultura Política” en donde se trataron tema como la historia y filosofía del laicismo, aparición de la cultura laica en Colombia, derechos humanos, identidad nacional, historia de las constituciones políticas en el país, conflictos armados en Colombia, valores y democracia, partidos políticos y grupos de presión entre muchos otros importantes para el desarrollo del pensamiento laico en nuestro medio; y luego, con cursos de educación continuada sobre laicismo en la Escuela Masónica de nuestra Gr.·. Log.·., con conferencias como laicismo y familia, historia de laicismo y composición de un estado laico. Se tiene un objetivo a mediano plazo que es la creación de instituciones de educación básica y superior con una visión laicista, que permita el desarrollo mental, librepensador y tolerante, en las semillas de la futura sociedad colombiana, nuestros hijos y nuestros nietos, para que puedan crear y tener a su alrededor una sociedad mas cordial con el prójimo, el medio ambiente y el estado; mas acorde entonces, con el ideal de una sociedad justa, descartando completamente el interés personal y egoísta que supera a la comunidad actualmente. Para realizar este sueño es necesario tener recursos económicos importantes, para lo cual buscaremos solidaridad fraterna en fundaciones que crean en este proyecto.

Gracias.

Cartagena, Mayo de 2011

Bibliografía:

  1. Bayet Albert. La Moral de la Ciencia. Editorial Losada. Argentina. 1945
  2. Crepon Pierre. Los Evangelios Apócrifos. Intermedio Ed. Bogotá. 2001
  3. Fundación ILEC Capítulo Oriente. Estatutos. 2007
  4. Green Toby. La Inquisición: El Reino del Miedo. Ediciones B. Barcelona. 2007
  5. Grollet Philippe. Los Valores del Laicismo y su Transformación en Proyectos de Acción Concreta. Conferencia en el Seminario ILEC, Santiago de Chile. 2001
  6. Jans Sebastián. La Historia del laicismo en Chile. Web: http://forocristiano.iglesia.net/showthread.php/25296-Las-leyes-laicas-chilenas-FRENTE-a-la-oscuridad-romana-de-la-ICAR
  7. Mantilla Rodolfo. El Laicismo en Colombia. Rev. Cúbica. No. 2 marzo, abril, mayo. 2010. p. 10
  8. Mestre Carlos Eduardo. Laicismo en el Siglo XXI. Rev. Cúbica. No. 2 marzo, abril, mayo. 2010. p. 43
  9. Mestre Carlos Eduardo. Laicismo y Familia: una evolución ética. Rev. Cúbica. No. 2 marzo, abril, mayo. 2010. p. 59
  10. O’shea Stephen. Los Cátaros. Ediciones B. Barcelona. 2010
  11. Vera Alhim. Laicismo y Educación. Rev. Cúbica. No. 2 marzo, abril, mayo. 2010. p. 39

miércoles, 6 de abril de 2011

LA CARTA POLITICA DE 1991: Una Falacia Constitucional

Reinaldo Ramírez

La Constitución Política de 1991, el marco jurídico regulador del Estado colombiano, proclamada entre los vítores y las aclamaciones de los miembros de la Asamblea Constituyente y presentada ante el pueblo de Colombia como un tratado de paz entre los contendientes de una guerra civil jamás declarada, como la panacea que pondría fin a la violencia, a la injusticia y a la guerra fratricida entre los colombianos, fue el fruto de un engaño a una Nación que, de buena fe, se creyó representada en ese heterogéneo grupo de ciudadanos elegidos para cumplir el loable propósito de acordar, redactar y promulgar la norma básica de convivencia para un país que sigue sumido en la violencia y la desigualdad.

Parecerá un despropósito afirmar que el origen, la razón de ser y los objetivos políticos y económicos de la Constitución de 1991 se anclan en las tesis neoliberales expuestas por el economista inglés JOHN WILLIAMSON en las conferencias celebradas en Washington los días 6 y 7 de noviembre de 1989 con la presencia de los representantes plenipotenciarios de los países latinoamericanos sometidos a la égida de Estados Unidos y la participación protagónica del Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo organismos supra estatales que representan el poder y el dominio del capital financiero en el mundo; este evento es conocido en la jerga de la política internacional de Colombia como EL CONSENSO DE WASHINGTON.

Estas conferencias tuvieron como tema central acordar los ajustes estructurales de la economía capitalista de los países desarrollados necesarios para conjurar la crisis financiera provocada por la deuda externa insoluta de los países latinoamericanos dependientes de Estados Unidos, crisis que emergió con sus efectos catastróficos en Agosto de 1982.

En este contubernio de los dominadores y los dominados se le impuso a los estados deudores, llamados eufemísticamente tercermundistas o países en vías de desarrollo, entre ellos al Estado Colombiano, la obligación de abrir sus mercados a la competencia internacional, privatizar los recursos naturales, la educación pública y las empresas del el Estado, convertir los bienes y los servicios públicos en fuentes de lucro privado mediante peajes y tarifas expoliatorios, eliminar las conquistas de los trabajadores y flexibilizar la legislación laboral, suprimir los derechos y las garantías de los trabajadores, eliminar los subsidios del Estado a los sectores más pobres de la población y disminuir la inversión pública en salud, educación y bienestar social para la población.

Estas medidas neronianas estaban que socavaban la soberanía nacional estaban dirigidas a agravar la dependencia política y económica de Colombia y a fortalecer la dominación imperial y crear las condiciones propicias para el apoderamiento de los recursos naturales y las fuentes de riqueza por el capital extranjero y, por otra parte, abaratar la mano de obra, los servicios, las materias primas y el costo de los productos de exportación que requieren las industrias estratégicas de las potencias capitalistas dominantes y, desde luego, mantener las tasas de ganancia del capital sin afectar el nivel de vida de la población de sus países. En pocas palabras, trasladar la crisis económica y sus efectos políticos a los países dependientes.

En el CONSENSO DE WASHINGTON se consignaron los lineamientos económicos y sociales y las estrategias necesarios para asegurar las ganancias del capital financiero y mantener el crecimiento económico de la metrópoli; para los países obligados el cumplimiento de los compromisos implicaba necesariamente la adopción de medidas de choque contra sus propios ciudadanos.

Los compromisos adquiridos por Colombia divergían de las normas constitucionales que, desde 1936, consagraban una tímida protección a los derechos civiles y las garantías sociales de los trabajadores colombianos y postulaban la intervención del Estado en la orientación y el manejo de la economía, en la explotación de los recursos naturales y la prestación de los servicios públicos fundamentales.

El CONSENSO DE WASHINGTON considerado como un tratado o convenio internacional, para ser aplicado válidamente en Colombia debió ser sometido a la aprobación del Congreso, de acuerdo con el artículo 120, ordinal 20 de la Constitución Política vigente por la época que autorizaba al Presidente de la República para “celebrar con otros Estados y entidades de derecho internacional tratados o convenios que se someterán a la aprobación del Congreso.”

Es evidente que el Presidente de Colombia y los funcionarios que representaron al Estado colombiano al suscribir el CONSENSO DE WASHINGTON excedieron sus competencias constitucionales al asumir en ese evento internacional unos compromisos contrarios a la Constitución y actuaron a espaldas del pueblo colombiano al ejecutar el convenio sin la aprobación del Congreso de la República; mediante este convenio espurio Colombia renunció a la soberanía económica y monetaria y entregó los bienes y los recursos de la Nación a la voracidad y al libre juego del capital trasnacional.

Las imposiciones políticas y las directrices económicas impuestas al Estado colombiano al firmar el CONSENSO DE WASHINGTON eran abiertamente incompatibles con la constitución vigente y, por consiguiente, antes de someter el convenio a la aprobación del Congreso habría sido necesaria una reforma profunda a la Constitución, dado que el artículo 32 de la Carta política fijaba claramente los parámetros de la intervención del Estado en la economía; esta disposición era del siguiente tenor: “Se garantiza la libertad de empresa y la iniciativa privada dentro de los límites del bien común, pero la dirección general de la economía estará a cargo del Estado. Este intervendrá, por mandato de la ley, en la producción, distribución, utilización y consumo de los bienes y en los servicios públicos y privados, para racionalizar y planificar la economía a fin de lograr el desarrollo integral.

Intervendrá también el Estado, por mandato de la ley, para dar pleno empleo a los recursos humanos y naturales, dentro de una política de ingresos y salarios, conforme a la cual el desarrollo económico tenga como objetivo principal la justicia social y el mejoramiento armónico e integrado de la comunidad y de las clases proletarias en particular.” (Acto Legislativo núm. 1 de 1968, Art. 6º).

Ante este escollo constitucional que hacía imposible la aprobación de los compromisos consignados en el CONSENSO DE WASHINGTON, a espaldas del pueblo y con la complicidad de las fuerzas políticas dominantes en Colombia, del Congreso y de la Corte Suprema de Justicia, se tramó una conspiración para ambientar la convocatoria de una Asamblea Constituyente que derogara la Constitución vigente y adoptara una nueva constitución con las normas especificas a la medida de los compromisos internacionales adquiridos que hicieran posible la ejecución del convenio.

En la nueva Constitución, mimetizadas en la extensa declaración de derechos y garantías ciudadanas, se convirtieron en normas constitucionales los dictados del CONSENSO DE WASHINGTON como la apertura económica y la privatización de los bienes, servicios, la banca y las empresas oficiales; con la entrega del mercado interno a los monopolios extranjeros el Estado perdió la soberanía económica y renunció al desarrollo de la industria y la producción nacional.

La Constitución Política de 1991 en el Título XII del Régimen económico y de la Hacienda Pública, incluyó el artículo 333: “La actividad económica y la iniciativa privada son libres, dentro de los límites del bien común. Para su ejercicio, nadie podrá exigir permisos previos ni requisitos, sin autorización de la ley.

La libre competencia es un derecho de todos que supone responsabilidades.

La empresa, como base del desarrollo, tiene una función social que implica obligaciones. El Estado fortalecerá las organizaciones solidarias y estimulará el desarrollo empresarial.

El Estado, por mandato de la ley, impedirá que se obstruya o se restrinja la libertad económica y evitará o controlará cualquier abuso que personas o empresas hagan de su posición dominante en el mercado nacional.

La ley delimitará el alcance de la libertad económica cuando así lo exijan el interés social, el ambiente y el patrimonio cultural de la Nación.”

La Constitución de 1991 hizo posible que el Estado profiriera disposiciones como la Ley 100 de 1993 que convirtió la salud de los colombianos en un negocio financiero, la Ley 142 de 1994 que entregó los servicios públicos a la explotación del capital privado nacional e internacional, y tantas otras normas que hacen parte del paquete legislativo inherente al CONSENSO DE WASHINGTON, como los fondos de pensiones y de cesantías que enriquecen a la banca privada en perjuicio de los empleadores y de los derechos fundamentales de los trabajadores colombianos.

Colombia después de la Constitución de 1991 se convirtió en el paraíso del capital extranjero que ha expropiado a los colombianos ahora es dueño de la salud, las pensiones, la banca, los recursos naturales como el petróleo, el carbón, el oro y los minerales estratégicos y administra como propios los bienes públicos, nuestras carreteras, nuestros puertos y nuestra seguridad interna y externa.

Es evidente que, a la luz del artículo 20 de la Constitución vigente por la época, los gestores y artífices de la entrega de la soberanía nacional al capital financiero internacional violaron la Constitución y las leyes de la República por extralimitación de funciones y debieron ser juzgados en su momento como reos por traición a la patria.

Ante la complicidad del propio Estado, de los partidos y movimientos políticos y el silencio y la pasividad de los ciudadanos, solo queda el recurso de airear el tema para evitar que la impunidad sea total y esperar pacientemente el juicio de la historia.